lunes, 5 de mayo de 2008

Posteridad

Creo firmemente que una de las metas importantes e imponderables del ser humano es la búsqueda y consecución de la posteridad. Dejar una leve huella de su paso por esta vida, que trascienda en el tiempo y sirva de referente para las próximas generaciones. La Vox Pupuli (Vox Dei, para completar) nos recomiena escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo. Algunos se vuelven figuras públicas o filántropos, se entrgan por completo a una causa o simplemente, se dejan fluir y son lo que desean ser. Quizá ésta última opción sea la más difícil de seguir, a pesar de ser la que está más al alcance de nuestras posibilidades. Aunque he de confesar que para algunas personas, eso de pasar a la posteridad les parece una carga tal que les causa mucho estrés y presión en su vida diaria.

En el libro "Enciclopedia de los Muertos" Danilo Kis, el autor, nos habla de esta fabulosa colección fasciculada que narra, detalla y resume la vida de todos aquellos que no pasan a formar parte del gueso de las celebridades o personajes famosos de la humanidad. En este caso la posteridad del otro está asegurada para aquellos que sepan buscar en los lugares indicados y en los estantes correctos, seleccionando los tomos adecuados y con el interés suficiente para dar con el apartado correcto y, de previo, seleccionado.

Muchos quieren pasar a la posteridad con las palabras "the most" (el más) tatuadas en su frente. Siempre quieren ser los primeros en tener la mejor tecnología, los que más experiencias quieren vivir, los que siempre quieren poseerlo todo a costa de cualquier precio, los que van a más fiestas, los que tienen más aventuras en su vida, los más valientes, los más ricos, los más guapos, los más rápidos, los que tienen el mejor coche y compiten y compiten, y se obsesionan y cuando terminan obteniendo lo que quieren, no lo disfrutan porque el objeto muchas veces no corresponde a las expectativas que había generado o al esfuerzo realizado por obtenerlo.

Es a través de la remembranza de lo que fuimos en vida nuestro pase a la posteridad. De alguna manera, nuestra posteridad viene atada a nosotros como lo es nuestra sombra, y tal como ésta, dependiendo de la luz que se arroje a nosotros será su condición. Nuestra posteridad está determinada por el recuerdo que dejan nuestras acciones en la percepción que los demás tengan de nosotros. Para algunos nuestra posteridad quizá no sea colectiva, quizá nuestra posteridad sea tan íntima que sólo en el seno familiar de nuestra estirpe se preserve, o quizá en la anécdota que nos distinguió ante un individuo o un grupo de personas específicas.

Quizá estemos condenados a dejar siempre testiminio de nuestra existencia. Una prueba de ello son este tipo de medios en los cuales uno puede expresarse, y con los cuales alguien más puede tropezar en su recorrido por el ciberespacio, y si logramos ser lo suficientemente atractivos para retener un momento su atención, tal vez podamos quedar atrapados en su memoria y así utilizar su recuerdo y mención como un boleto fugaz para quedar, a la postre, inmersos en la posteridad.

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En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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