lunes, 5 de mayo de 2008

El gusto por la violencia


Hace casi un año me fui con mi esposa al cine a ver uno de los blockbusters de esta temporada de verano. Nada intelectual, de hecho muy básica fue nuestra elección: Duro de Matar 4.0. De alguna manera, la película me pareció sumamente entretenida con frases y momentos que quedarán grabados en la historia del cine comercial y gringo como icónicos. Yo creo que la frases que definieron toda la película fueron: "¿Viste eso?" y su respuesta lacónica "¡Claro que lo vi!... ¡Yo lo hice!". Durante poco más de hora y media estuvimos presenciando la manera en la cual Bruce Willis estuvo recibiendo toda clase de agresiones en aras de salvarle el trasero a la nación más poderosa (?) del mundo (Me reservo de seguir contando acerca de la trama por respeto a aquellos que no la han visto y lo desean hacer). Lo que sí me queda claro es el subtexto de todas las peripecias: Por muy virtual que se vea el mundo, sigue habitado por seres analógicos.

Y creo que no hay nada más analógico en este mundo que la violencia.

Algunos gustamos de ver, leer, oir, escribir y platicar sobre violencia. Porque nos resulta una diversión, al igual que hay personas que disfrutan viendo las telenovelas o un partido de futbol o yendo al Hollyday on Ice, un escape momentáneo del diario trajinar por esta vida. Por ejemplo, yo me declaro fan de las películas de horror gore, pero no por ello voy por la vida haciendo carnicerías ni arrancándole los miembros a las personas que no me agradan. Y sin embargo, no soporto ver una pelea de box, ni una corrida de toros. El otro día por ver una fractura expuesta en un programa de Discovery Channel casi me desmayo. Lo genial de la violencia de ficción es que es eso: sólo ficción. Puedo disfrutar cómo Leatherface hace filigranas a sus víctimas con su sierra eléctrica, o cómo Beatrix Kiddo hace sushi a los 88 locos. Pero sé que en el momento que se me pegue la gana, puedo pulsar el botón de pausa e ir a darle unos besos y abarzos a mi esposa, o ir a la tienda por cacahuates o simplemente realizar alguna otra actividad.

Es cuestión de que la violencia gráfica de ficción se queda ahí, en el medio por el cual la disfrutro ( un película, un videojuego un cómic, una novela), para poder ser accecible cuando se me pegue la gana. Las novelas de American Psycho y Glamourama son extremadamente violentas y explícitas, y de hecho tengo pasajes favoritos en los cuales hay mucha, mucha violencia, y sin embargo, las considero y recomiendo más por su valor referencial a las culturas pop de los 80´s y 90´s. Hay cómics muy buenos que son extremadamente violentos, la novela gráfica de 300 de Frank Miller es uno de ellos, y sin embargo, cuando se adaptó al cine, mi esposa la disfrutó mucho, a pesar de que su contenido brutal no se perdió en la adaptación a otro medio. Los videojuegos de luchas y espadazos (específicamente la serie de Soul Blade y Soul Calibur) me son muy atractivos y muy adictivos y me sirven para descargar frustraciones o corajes atorados o cosas similares. Vaya pues me sirven de catarsis.

Lamentablemente, no toda la gente sabe separar lo que es una afiución tan banal como la violencia del comportamiento violento. Créanme que a pesar de que a veces parezco salido de una peli de Rob Zombie, no soy capaz de lastimar a nadie, o de tocarle ni con el pensamiento. Soy puro amor y paz. Ok, con mucho sarcasmo pero a final de cuentas con mucho amor.

Actualmente, los medios nos ofrecen cargas de violencia cada vez más nutridas en los formatos más variados e inverosímiles. A mi me asusta más ver el programa de noticias de la mañana que la película de terror de la noche, porque sé que la violencia de las noticias es verdadera y que personas de carne y hueso, con familias, sueños y aspiraciones fueron lastimados realmente o vieron truncadas sus vidas por culpa de un mal entendido o por la ambición torcida de unos cuantos. En la peli de horror se acaba el espanto en cuanto apago la tele o en cuanto los héroes en turno se abaratan al maloso en cuestión.

Yo he escrito cosas violentas, pero el trasfondo de la violencia que expongo en mis relatos es una advertencia al lector de las terribles consecuencias que pueden tener nuestros actos si perdemos el control. Recuerden qué fué lo que perdió a Sonny Corleone: su carácter violento.

Me puedo imaginar una masacre de zombies, o una carnicería de hombres lobo contra vampiros o la cacería de unos cuantos invasores espaciales, pero no soy capaz de soportar que grupos contrarios de personas se maten y se destrocen por unos cuantos kilómetros de tierra, por muy milenarios y sagrados que éstos sean. Simplemente no entiendo por qué la gente ha perdido la capacidad de convivir en santa paz los unos con los otros. O por qué para protestar contra una autoridad o realidad adversos hay que hacer megaberrinches manipulando a un grupo de personas ignorantes para hacer desmanes o afectar la vida de miles con unos cuantos cientos. Es más, ni siquiera entiendo, cómo es que hay tipejos que se atreven a golpear a sus novias, esposas o personas que les aman. Y viceversa.

La violencia en sí no es mala. Depende mucho del uso que se le dé. (sé que estas dos últimas frases suenan a una reverenda estupidez) De la forma en la cual es asimilada, como un medio de diversión (por ejemplo en la lucha libre), quizá como un último recurso al momento de defenderse en una situación límite, pero nunca como un medio de existencia. Ya no estamos en la época feudal para que la gente la utilice para determinar sus territorios y posesiones. Recuerden que en lugar de guerras mundiales se hacen torneos mundiales de Futbol o Juegos Olímpicos.

Hay que saber desarrollar el suficiente criterio para saber qué, cómo y cuánto podemos disfrutar de algo, sin que ésto llegue a perjudicar a nosotros o a terceros. Creo que nada me encantaría más que algún día ver un partido de futbol americano al lado de mi hijo, disfrutar de cómo se golpean y de cómo juegan los contrincantes y que al término del mismo pueda estar seguro que mi retoño va a comentar emocionado la experiencia del partido, pero no va a romperle la crisma a algún compañerito mientras lo comparte. Si lo hiciera, yo sería responsable, por no explicarle a mi hijo que eso no se hace con sus semejantes.

De mientras, para ridiculizar a la gente que quiere imponerse a través de la violencia les enfatizo su carácter o sus gestos con un "¡huy, qué violento!" o un "¡Pos qué rudo me saliste!".

Así que si quieren partirle su madre a alguien que les hizo enojar en el trabajo, mejor conspiren en su contra, y renten una peli de gore o de ultraviolencia, disfrútenlo, catarsíense y lean el Príncipe de Maquiavelo. Van a ver que se la van a pasar mejor.

Abur.

No hay comentarios:

En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

---