jueves, 22 de mayo de 2008

Imagina que...

Imagínate que acabas de hacer al padre de todos los putos corajes que has tenido en toda tu rejijísima vida. Imagínate que te invade esa ira ciega que te hace enojar de manera superlativa, tanto que sólo sientes tu cuello hincharse y las órbitas de tus ojos comienzan a dolerte tanto que sientes cómo atraviesan tu cráneo y proyectan toda tu materia gris hacia la parte posterior de tu cabeza, haciendo mierda todo a su paso... tanto que sientes cómo tu columna vertebral se colapsa y una pinza gigante te destapa la sesera como si fueras lata de atún. Imagina que nad en el mundo es capaz de detener el dolor intenso que sientes en tu cabeza, esternón, espalda y deltoides... y eso te provoca que te enojes aún más y más y más...

Imagina que cada vez que repasas lo que te provocó tal enojo, precisamente para quitarle importancia y tranquilizarte, no es más que un intento futil... una pérdida miserable de tiempo. Te has subido al expreso de la furia y lo único que quieres es una presa para descargar todo tu coraje, tu odio, tu impotencia y poder reducirla a nada... literal y virtualmente a nada... o mejor aún, andas buscando algo que destruir, algo que libere esa olla expréss que llevas en el cráneo y que te jala hacia arriba de una manera cruel y endemoniadamente encabronante.

Imagina que sólo te queda una hebra de control, antes de que estalles y te abandones a los efectos embriagantes y narcóticos de tu enojo. Imagina que no quieres hacer otra cosa en este momento que mandar todo y a todos a la chingada y que sólo quieres salir corriendo con lo puesto y no más y no quieres parar... sólo dejar ir este amargo sabor de labios y golpear cada vez más duro el suelo con tus pasos para ver si de una pinche vez por todas te quiebras y revientas y dejas de soportar este pinche encabronamiento que llevas dentro.

Imagina que no puedes hacer nada de eso más que buscar un par de paracetamoles y respirar profundo para relajarte y no cortarle la gargante con un popote de Boing al primer sujeto que se te ponga encima. Imagínate que no puedes hacer nada por remediar aquello que te ha hecho encabronar tan profundamente... imagina que no tiene solución... y la única que hay no es la mejor. Imagina que estás entre darte un pinche tiro en la cabeza para que ésta te deje de punzar de una vez por todas o saltar al vacío para ver si puedes encontrar algo mejor... dejando atrás todo lo que eres, lo que tienes... dejando atrás aquello de lo que crees que estás hecho.

Imagina que por un momento te paras a reflexionar y te das cuenta de que quizá esta ira que sientes se origina porque diste una vuelta equivocada y que no estás en donde querías estar.

Imagina que llegaste a un punto de No Retorno...

Imagina que lo peor de todo es que en tu punto de No Retorno, no te encuentras solo... y a pesar de que puedes dar marcha atrás, no vas a llegar al punto de origen... al menos no lo vas a encontrar tal cual lo dejaste... porque no estás solo...

No estás solo...

Imagina que estás consciente de que cada acto tuyo tiene consecuencias y sabes que siempre te has hecho responsable por ellas. Las contemplas y las aceptas sin la menor duda o queja. Sin embargo hay factores externos cuyas consecuencias de sus actos te afectan y te desvían de tu destino inicial. Pagas las consecuencias de los actos de otras personas. Personas ligadas a los actos por los que tú mismo te haces responsable. Tu ira sigue ... pero ya no es una ira ciega. Sin embargo tu semblante está muy oscuro... sientes cómo una sombra negra se cierne sobre tu rostro y sobre tí mismo. Sólo te resumes en una mirada fija con un brillo que da escalofríos...

Imagina que tratas de mirar el juego que conforma tu vida desde afuera del tablero. Comienzas a mirar y a analizar tus jugadas. Identificas en dónde la has cagado, y asumes con dignidad tus errores. La ira negra comienza a tornarse grisácea... Sabes que en los últimos momentos no has actuado de manera adecuada, parte de tu ira ha sido originada precisamente por que no tienes el control total sobre tu vida... Te encabrona saber que de forma indirecta, alguien sabe cómo redireccionar tus actos... aún así sabes que no puedes hacer nada al respecto. No estás solo... recuerda muy bien eso, no estás solo...

Imagina que el tiempo te dará ventaja sobre los factores externos, imagina que algún día, tarde que temprano, se extinguirá... Imagina que eres lo suficientemente inteligente para encargarte de que no deje secuelas... imagina lo miserable que ha sido su existencia como para haberse fijado que a la tuya le faltaba su presencia estúpida y sonriente. Imagina que es un mal necesario... y recuerda que no estás solo...

Ahora, deja de imaginarte tantas pendejadas deja de estar haciendo tantos pinches berrinches... sólo controlas aquella parte de tu vida que tienes al alcance de tu mano, sabes que los actos en los que la cagaste en el pasado te seguirán chingando el resto de tu puta vida mucho más que el tiempo que rebirás palmadas en la espalda por hacer las cosas correctas. Deja de mamonear tanto y tómate un par de analgésicos, respira profundo y despéjate. Sal a la calle, mira hacia el cielo, admira los colores que hay a tu alrededor y pregúntate si lo que te ha hecho perder el control, lo que tanto ha hecho enojarte ha sido suficiente como para alterar tu entorno.

Recuerda que a la vida le vale un pito lo que te pase. La vida sucede y no espera. La vida sigue adelante con pedos o sin ellos, con enojos y pendejadas (propias o de los demás). No pretendas tener el control de lo que pasa a tu alrededor si no puedes tener el control y la responsabilidad de tí mismo.

De vez en cuando... libérate a tí mismo de tí mismo, de los demás, de toda esa mierda que traes encima. Sincérate contigo mismo y no te censures tanto. No te puedes culpar por la estupidez de los demás, ni tampoco hacerte responsable por las fallas educativas de quien te acompaña. Así es la gente. Así son las personas... controlar su esencia es como aplastar su cabeza para ponerles un control remoto.

Recuerda que el factor humano es falible per se. El factor humano, incluyéndote, trae inherente a la estulticia y ésta cobra grandes dividendos...

Observa bien a tu interior... observa para distinguir... quien te ama, a quien amas, quien te hiere, a quien hieres, con quien te desquitas... y ordena tus cosas... resuelve tus propios pedos... deja que el mundo ruede y él te dejará rodar...

Ahora imagina que lo logras y que tienes éxito en ello...

Imagina.

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En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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