martes, 13 de mayo de 2008

The Killing Mood

Hace algunos años, mi amigo el Davo acuñó el término Killing Mood para determinar aquellas ocasiones en las cuales uno anda "de malitas". Por ejemplo, me pone de malitas tener este maravilloso tema para un post y no tener ni puta idea de cómo desarrollarlo. Bueno, para empezar les sugiero escuchar de Travis, su rola "why does it always rains on me?", me cae que si esto fuera podcast la usaría para fondear, pero como no lo es... pos ni modo y todos nos chingamos.

A veces uno se levanta no sabiendo ni de qué lado masca la iguana. Sólo se tiene la estúpida sensación de que haberse levantado de la cama ese particular día no era tan buena idea. Por lo regular se vienen en cadena varias cosas: se acaba el gas, la llave gotea, se esconden las toallas para no ser restregadas en nuestras miserias, la pasta de dientes elige caer sobre nuestra ropa oscura y dejar huella de su paso por nuestra existencia. El reloj, maniacamente comienza a avanzar a paso cada vez más rápido. Y las calamidades se acumulan como el premio de los Pronósticos Deportivos: por millones.

El exceso de tránsito vehicular, la falta de educación vial de los traileros, microbuseros y demás camioneros que uno se encuentra en este Periférico del Señor. Son bastante hábiles como para alimentar nuestro estado mágico de querer apretarle el cogote al próximo imbécil que pretenda cerrársenos en pos de ocupar nuestra posición al mismo tiempo en el mismo espacio. Ese estado mágico lo denominaremos como nuestro "Killing mood".

El Killing mood nos pone como sobrecito de Maizena en medio litro de agua: espesitos, espesitos. La sensación de desubicación del sistema pegotero de la cinta scotch se nos manifiesta como zarza ardiente, es decir, no sabemos ni de qué lado pega el "diurets". Todo nos molesta, todo nos cae gordo, nos dicen mi alma y ya queremos nuestro multifamiliar aparte. Cualquier frase linda te parece insoportable... al grado que te sientes el objetivo de una manifestación kármica ancestral malpedo que justifica su existencia en el ísimo ideal de sólo chingarte. ¡¡¡Crom, cuenta a los muertos!!!

Sientes que el universo fue diseñado exclusivamente para tu incomodidad y perjuicio. Te la pasas quejándote y hasta a tí mismo te cagan tus propias quejas. La malpedez te persigue como sino egipcio tras haberse roto los sellos. Es como un estado donde sólo se acumulan malvibrosidades.
Todo te caga y no puedes hacer nada por remediarlo... sientes que la cola te abandona y que todo, absolutamente todo está en tu contra. Ni pedo maifrend, lo chido de la vida es que no siempre te sale todo como lo habías planeado. De lo contrario, la vida sería pla y no podríamos apreciar las ocasiones en que las cosas nos salen bien. (si... si... consuelo de pendejos)

Y a veces te das cuenta que ese Killing Mood es alimentado por algunos seres malvibrosos cuya existencia te ofende. Algunos son como zombies sin aspiraciones que te contagian de su muerte en vida y te arrastan en una vorágine de mediocridad y malpedismo. Es cuando le proyectas tu Killing Mood a otra persona... o al menos la culpas por ello. Y es que hay cada puto especimen que mejor hay que juntarlos y dispararles, hacerlos cachitos, cocinarlos en tacos, dárselos a los biafranos y esperar a que los caguen para quemar el excremento... neto.

O por otro lado, a veces sientes que sólo emana de tus congéneres y ni pedo... ellos no tienen la culpa de que a tí no te vaya bien. Además... malo por aquellos que se la pasan sin que nadie les eche un pedo por la vida... ya quisieran tener al menos a uno de los hincha pelotas que se la pasan tratando de hecernos sentirnos mejor a pesar de nuestra cruda moral y mental...

En general el Killing Mood nos aleja del resto de las personas y nos convierte en víctimas agresivas de nuestro propio malhumor. Nos nubla la percepción de la realidad y nos pone un cristal muy oscuro para mirar la vida. Es una manifestación muy cajetona de nuestro propio egoísmo, sentimos que hay un complot en nuestra contra y una vez más demostramos sentirnos el pinche ombligo del mundo. Más culey se siente cuando nos admos cuento de que no es así, pero ése... es otro cantar.

Este Killing Mood puede correr el riesgo de convertirse en una actitud ante la vida, nos podemos volver gruñones o muy pederos, es decir, que reclamamos de todo y la inconformidad se nos acrecenta. Dando como resultado que el grueso de las personas nos eviten por nefastos.

El Killing Mood también puede afectar nuestra reputación profesional, ocasionando una gran erosión en nuestra imagen pública. No es muy recomendable clavarse en la textura.

La peor manifestación del Killing Mood es la autodestrucción, esta se puede manifestar como una eterna insatisfacción, un valemadrismo exacerbado, un constante malhumor, una depre muy profunda o la adopción de un vicio que pueda afectarnos de manera permanente. Incluso hay quien puede somatizar su Killing Mood y manifestar enfermedades raras que sólo le dan a los desocupados y a los ociosos... creo que les llaman hipocondríacos.

A veces, clavarse en un Killing Mood se puede volver recurrente como escape para no enfrentar una situación que nos moleste. A veces es más fácil quejarse que resolver o concretar. O simplemente hay gente que le gusta tirarse para que otros los levanten. Francamente sos últimos son los que más hueva me dan.

Lo mejor es afrontar nuestra realidad, estar conscientes de las consecuencias de nuestros actos, y como no es posible que estemos todo el tiempo sonriendo al horizonte como pendejos descerebrados, vaya al menos es más sano tomar las cosas con humor (negro, blanco, rojo, o del color o sabor que mejor les apetezca). Como dicen en mi pueblo: ¿pa'qué tanto pinche brinco, estando el suelo tan parejo?... o bien, como diría el célebre Vulgarsito: "No te azotes hijín, pa'qué no te azotes que hay chayotes, no te azotes que hay chayotes"...

A final de cuentas, la vida es corta y al final uno no sale vivo de ella...

Y sin más ni más terminamos esta antiapología del Killing Mood, basta decir que no se claven en la textura... no vale tanto la pena...

Abur.

(si, a mí también me dió la impresión de que estuvo medio pinche el post, pero... pos no se claven, no se claven...)

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En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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