domingo, 11 de mayo de 2008

Añoranzas

En ocasiones una canción, un olor, un color, un gesto... dispara en tu memoria un recuerdo que estaba ahí oculto, agazapado, esperando el momento exacto de asaltarte y caerte de golpe: la añoranza.

La añoranza es un recuerdo que te hace querer volver a vivir algo que dejaste atrás, o quizá te lleve de la mano con su primo hermano el "y si hubiera..."

En cualquiera de los casos, o en ambos, ¿por qué no?, tu mente se dispara y te aparta de tu realidad. Si no tienes los pies bien plantaditos, te pueden llegar a volar el suelo. Y ahí es donde está la chingadera: cuando comenzamos a sobrevalorar el recuerdo y dejamos que nuestra especulación (acerca de cómo serían las cosas si hubieran tomado otro rumbo) nos empañe la realidad que escogimos vivir, sólo vamos a conseguir incomodarnos a nosotros mismos.

En algún lugar escuché o leí la siguiente frase "Ningún hubiera vale la pena para dejar de lado la experiencia que tengo hoy", y otra frase más la complementaría así " Experiencia es lo que te da la vida cuando las cosas no salen como tú querías". Ambas frases muy ciertas y muy acordes a lo que en este momento de mi vida pienso.

Definitivamente no cambiaría mi pasado... creo firmemente que todos los eventos en los que he participado, de alguna u otra manera me han llevado a este punto de mi vida. Si omitiera o compusiera cualquiera de ellos no tendría la dicha de cargar a mi hijo cada que necesitara consuelo, ni podría abrazar con tanto amor sonámbulo a mi esposa mientras descansamos.

Si, lo acepto. Durante toda mi vida me quedé con ganas de que las cosas me salieran de manera distinta, y me perdí de vivir otras tantas cosas por estarme atormentando por aquellas que no me salieron como yo lo deseaba. Eso me metía en círculos viciosos que nada me aportaban y sólo me hacían sufrir.

Hasta que me cansé de ello y decidí afrontar mi vida tal cual es. A final de cuentas, muchas de las cosas que no me salieron como yo quería obedecía a más a las decisiones que yo tomé más que a los factores externos o ajenos a mí. Las añoranzas me pegan a veces pero las tomo como flashazos de recuerdos, los saludo y los dejo ir. Mis recuerdos son como agua que se escurre entre mis manos y para ir a mejor paso con la vida, los debo dejar ir para no arrastrarlos como una carga o un lastre.

"Quizá si hubiera..." es una frase común entre aquéllas personas que no son conscientes de que cada uno de sus actos tienen una consecuencia.

Recuerdo lo desastroza y confusa que resultaba en momentos la trama de "Back to the Future II" con aquello de los viajes en el tiempo y de cómo alteraban el presente y el pasado... lo de las líneas alternas de tiempo y de sus derivaciones... vaya, como aficionado a los cómics y a la ciencia ficción, no me costó tanto trabajo entenderlo, pero hubo un momento en que si me pareció ridícula la forma en que se comportaba la gente en la pantalla.

Ray Bradbury, lo expuso de manera magistral en su cuento "Con el sonido de un trueno", incluído en su libro "Las manzanas doradas del sol", en el cual una compañía hace safaris al pasado para matar Tiranosaurios Rex y en uno de esos viajes hay una violación a las reglas de seguridad que desembocan en consecuencias fatales para el resto de la historia de la humanidad.
Hay que aceptar que la vida es causal, no casual. Y asumamos cada acto de nuestra vida con sus consecuencias a corto, mediano y largo plazo. Insisto, quizá el hecho de leer más de 25 años cómics y de seguir entrega, tras entrega las historias de mis superhéroes favoritos, me halla facilitado la comprensión de estas palabras. Porque ahí, en las historietas, es muy palpable eso de las consecuencias de los actos. A veces repercuten hasta 10 o 15 años después de haberse cometido el acto original (iba a dar un ejemplo pero sería clavarme mucho en la textura ).

Vivir con añoranzas, es vivir en el pasado. Es acelerar nustra muerte, dado que no ocupamos nuestra vida para vivir, sino para recordar. Estando así habrá un momento en que nos quedaremos sin recuerdos.

Conozco a una persona muy cercana a mí que vive de añoranzas, y sus añoranzas vienen acompañadas de rencores. Esos mismos rencores la han mantenido alejada de sus viejos conocidos, y ahora que esta persona está en su vejez y se ha enterado de que sus conocidos han muerto conforme pasa el tiempo, sus añoranzas y sus rencores se han hecho de lado para darle paso a los remordimientos. Y créanme, eso no es una vida sana.

A mí me gusta recordar viejos tiempos con las personas con las que forjé esos recuerdos: mi familia, amigos, hermanos, y si ya están ausentes mis coprotagonistas, sólo los recuerdo con cariño y se acabó. No me dedico mucho tiempo a ello... prefiero seguir construyendo recuerdos. Y creo estoy haciendo unos recuerdos mejores esta vez.

Ya el tiempo me dará, o no, la razón.

En algún post anterior les recomendaba recordar aquellos que les daba bienestar y les inspiraba a seguir adelante. Lo sigo sosteniendo, inspirarse en el pasado pára mejorar el presente y tener un excelente futuro es una práctica saludable.

Sin más ni más...

Abur.

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En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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