jueves, 8 de mayo de 2008

Gracias

Hace poco leí en un Selecciones una frase que me dejó pensando mucho, la frase, palabras más o menos, decía algo así: "No importa si sabes rezar o no, si siempre das las gracias ésa será tu mejor oración". Honestamente no recuerdo quién la dijo pero me dejó una fuerte impresión.


Independientemente de a qué dios le recemos, ser agradecidos con nuestros semejantes y con la vida misma es una actitud que reconforta el espíritu. Eso me recuerda un chiste: Se dice que el colmo de un ateo es que no tiene a quien agradecerle cuando se siente bien.


En mi matrimonio, la acción de agradecer es muy socorrida, incluso puedo afirmar que es un gran cimiento para mi naciente familia. La mayoría de las noches agradecemos a la vida el que nos hayamos encontrado mi esposa y yo. Y desde que nació nuestro hijo, no he dejado de agradecerle el hecho de habernos escogido a Tania y a mí como sus padres. Y no es que sienta que no lo merezca ni mucho menos, simplemente siento que agradecerle a las personas que amas por el simple hecho de amarlas, o de existir en tu vida y enriquecerla con esa misma existencia, es maravilloso.


Agradecer por amar te hace susceptible de ser amado. Y quien vive agradecido por su vida, sin clavarnos en rollos existenciales de que si ha sido buena o mala, jamás se siente solo.

Agradecer es un diálogo de amor incluso con nosotros mismos.


Ha habido personas que han sido sumamente groseras, tramposas y prepotentes conmigo a lo largo de mi vida, y he notado que agradecerles a algunos de ellos por sus actos les desarma, los deja sin argumentos para seguir agrediendo y finalmente se alejan avergonzados de sí mismos.

Doy gracias por ello.


Quiero aprovechar para darle las gracias a todas las personas que he amado, obviamente les agradezco también a aquellas que me han amado. A mis padres, hermanos, abuelos y al resto de mi familia por albergarme en su seno. A los amigos pasados, presentes y futuros, por brindarme su amistad y compañía. A las personas que me marcaron para ser lo que sea que soy ahora. A aquéllos que me ignoraron y pasaron de largo de mí, les agradezco también su indiferencia.


Agradezco por cada evento, cada experiencia, cada éxito y fracaso, cada acierto y error que he cometido, porque cada uno de ellos ha contribuído a que llegue a este punto de mi vida: El mejor y el más feliz.


Gracias a todos los lectores que han favorecido con su atención a estas palabras.


Gracias a todos.


Gracias.

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En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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