martes, 13 de mayo de 2008

Ayer no hubo post.

Si lo sé, ayer weboníé y no hubo post. Tenía la cabeza revuelta y no concretaba ninguna idea.

En cambio estuve de chismoso por el mensajero con una amiga de la universidad. Es curioso cómo a lo largo de los años las percepciones de las personas se modifican, pero en algunas ocasiones se enriquecen y se disfrutan mucho.

También me entregaron mi cochesín, tras casi un mes de tenerlo en el taller por diversos motivos, lo triste del caso es que descubrí que me sigue cagando la madre manejar en esta ciudad tan conflictiva y más en el estacionamiento rodante que llamamos periférico. En fin, todo ok.

Finalmente, ayer de camino a casa, estuve platicando con un amigo del trabajo y estuvo buena la charla. Quizá porque lo que menos nos interesó a final de cuentas fué redundar en el ambiente laboral y nos dedicamos más a charlar acerca de nuestras vidas. Eso fue muy retroalimentador.

A veces el hecho de platicar con las personas te ayuda a conocerte más a tí mismo. De alguna manera, la interacción entre los individuos conlleva a una continua e inconsciente autoevaluación. Es como verse reflejado en el otro de alguna u otra manera, ya sea a través de una frase, un gesto o una mirada.

Quizá los chismes y las charlas sean lo de menos... pero te sirven de parámetro para ver cómo vas con tu vida. A diferencia de hacer una comparación, esta autoevaluación te ayuda a saber si has perdido o no el camino que sabes que mejor comulga con tus convicciones.

Al llegar a casa me encontré con la sonrisa de mi esposa y su copia al carbón en la carita tierna de Mateo, nuestro bebé. Eso, al final del día es muy reconfortante.

Ayer fue un buen día.

Qué bueno.

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En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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