jueves, 29 de mayo de 2008

Un lugar cómodo para estar...

El día de ayer fue uno de aquéllos que inició con un tránsito lento e inacabable. Por más de dos horas fui atrapado en sus entrañas y a punto estuve de sucumbir ante el estréss y el coraje de llegar hora y media después de mi hora de entrada habitual al trabajo.

No me quedó otra que conectar los audífonos del reproductor portátil y aislarme de aquél evento tan desagradable y letal para el buen ánimo.

Busqué entre los playlists que había preparado desde el día anterior, como cual si fuera visionario de aquél infortunio vial, y encontré aquél que contenía música de la década de los noventas... una minuciosa selección de aquellas canciones que me disparaban los mejores recuerdos de aquella época.

La selección de canciones está ligada estrechamente a aquellas películas que me formaron un criterio y un parámetro para apreciar el cine. Según avanzaba el tiempo y avanzaba el playlist, me sentía como en aquellos spots comerciales donde el que va escuchando su reproductor queda envuelto en una burbuja de música que lo aparta del mundanal ruido. Les juro que así me sentía, poco a poco me introducía en una burbuja placentaria que me apartaba de la angustia de llegar tarde, del pendejete que por sus pistolas a huevo se quiere meter delante de mí o de las ambulancias que piensan que son delgadas cual sílfides y van buscando un espacio por donde colarse, valiéndoles madres si se llevan un espejo retrovisor en el camino.

Mi mente me llevó a la mitad de los noventas donde escuchar Rock 101 por las mañanas con Jordie Soler comentando la película en turno de Ken Loach, o las recomendaciones del "Flaco" de la cartelera de la semana eran la neta. Empire Records, Las Edades de Lulú, Pulp Fiction, Las alas del deseo, Tan lejos tan cerca, Undreground, Trainspoting, y muchas otras películas me envolvieron en un estado tan rico... tan confortable... realmente me llevaron a un lugar muy cómodo para estar durante el tráfico...

Por cierto, tener el sol de las 8 y media de la mañana, iluminándolo todo de naranjas y tonos ámbar es toda una experiencia mientras estás escuchando "Born slippy" de Underworld... hasta parece que vas a ver al buen Renton con su maletota de lana caminando entre los automóviles parados y sonriéndote socarrón.

Honestamente considero una práctica muy sana esa de crearse "zonas de seguridad y comodidad" para poder afrontar lo pesado que puede resultar una situación cotidiana desquiciante como lo es el tráfico. En alguna otra ocasión que quedé atrapado, me coloqué los audífonos, subí las ventanillas del carro y me puse a cantar a bocajarro rolas de Fobia, Los Fabulosos Cadillacs, Café Tacvba, Soda Stereo y otros más. Además de lograr entrar a la burbuja de comodidad y fuga, llegué al trabajo tan relajado y tan cool como si me hubiera pasado un fin de semana al lado de una alberca.

Es bueno iniciar los días así... con cosas que te pongan de tan buen humor. En fin... Por cierto, hoy salí a la misma hora de ayer y resulta que me hice nada más 40 minutos de la casa al trabajo. Por la misma ruta que ayer.

Así pasa a veces.

Abur

martes, 27 de mayo de 2008

Vacío

Honestamente, ya tenía medio armado mi kit de argumentos para hablar del vacío... pero como no comencé este post el día en el cual iba a hablar de ello, resulta que me he quedado tal y como versa el título de este post: Vacío. A ver... hagamos un esfuerzo... ojalá y no me pierda entre mis divagaciones como me suele suceder a veces...


En al película "Stand by me" vemos las memorias de un escritor acerca del último verano en el que convivió con sus amigos de la infancia. Esta serie de anécdotas es disparada gracias a una noticia que encuentra en el periódico acerca de la muerte violenta de uno de sus viejos camaradas.


Tras terminar de ver la cinta, uno queda con el buen sabor de boca de haber visto una historia donde los ideales de los personajes son llevados hasta la última de sus consecuencias. Durante toda la película notamos que hay una nostalgia y una melancolía impregnadas en cada frame de la misma, sentimos el vacío físico que rodea a los protagonistas a través de sus aventuras, sin embargo sabemos que se tienen los unos a los otros, sabemos de sus carencias personales, sin embargo estamos conscientes de que sus sueños los acompañan, aún hasta el final de sus vidas. Hay un vacío emocional en cada personaje que es llenado con la complicidad y camaradería que se tienen en común.

A final de cuentas, se siente un pequeño vacío tras saber la muerte de uno de ellos (curiosamente, el personaje de River Phoenix, quien en realidad dejaría este mundo años más adelante)... tras iniciar la secuencia de créditos finales, reflexionamos acerca de nuestro propio pasado, re-evaluamos a aquellas personas con las que nos hemos topado, le damos nuevos significados a esas personas, a nuestras vivencias en común y al notar la ausencia irrevocable de algunas de ellas en nuestras vidas sentimos que estamos ligeramente más solos... sentimos que el mundo se ha hecho un poco más grande con su ausencia y que el vacío no es la nada que les sustituye, simplemente es su falta de ser, de existir en nuestras vidas...


En, la que creo que es la ópera prima de Danny Boyle, "Tumba a ras de tierra" (perdonen, pero de ésta si ignoro el nombre original en inglés) vemos cómo la relación de amistad de tres individuos, jóvenes típicos de la generación X, se va deteriorando y hay mayor preponderancia del desinterés personal sobre la idea de bienestar gremial.


La simple idea de que un bien material viene a sustituir las carencias emocionales de los personajes es patética (en su acepción más ceñida a su definición etimológica). Vemos cómo un bien material compartido convierte a tres camaradas en monstruos egoístas que entre más consumen, más vacíos de sí mismos están... vemos cómo lo material desplaza a los principios, a las buenas costumbres, al amor fraternal y saca a flote lo más bajo y ruin del alma humana... no es de sorprender que las inverosímiles situaciones en las que se ubican los personajes no sean sino consecuencias naturales y castigos bien merecidos, totalmente correspondientes a sus actos. El vacío de sí mismos se proyecta a los demás y va creciendo en los personajes a lo largo de la trama. Hasta el punto en que olvidan la camaradería que otrora los uniera y los distinguiera entre sí del resto de los mortales. No en balde, hacia el final de la trama, cuando el abismo entre ellos es insalvable, el director nos inserta de manera melancólica la foto donde los tres están abrazados y sonriendo abiertamente... para llevarnos de nuevo al vacío total que quedara en aquella casa destrozada por la desconfianza y las trampas... y el vacío del alma relleno de dinero ganado a costa del sufrimiento y deceso de los que antes se amaban...

En "Y tu mamá también" (cómo olvidar la cinta que catapultó la mancuerna García Bernal- Luna a la fama internacional—y no nos olvidemos del grandioso “here comes the mayo” de la Molochísima), vemos la amistad de los charolastras verse afectada por la intervención de una enferma terminal de cáncer (¡madres! creo que conté el casi final de la película... ni modo). También vemos cómo la amistad que une a dos personas vacías, va decayendo conforme se van conociendo, mientras se rompen todos los cánones de respeto y se pisotean los derechos del otro en medida que se van midiendo a ver quién más chingón que el otro. Y el vacío crece más conforme más tiempo juntos pasan. El código charolastra se va diluyendo entre las mentadas de madre, las cojidas (la neta… ¡ay qué rico!) a la Verdum y los escupitajos en plena jeta… Y al final… tras violentar toda barrera en pos de la satisfacción rápida e inmediata… somos testigos de cómo un gesto, un impulso, un encarreramiento desbordado, una pasión (no entendida, ni justificada) crea el abismo más grande entre nuestros héroes… el vacío se manifiesta a plenitud tras haberse tocado mutuamente el alma en un putísimo beso…

He ahí tres ejemplos de cómo se ha tratado al vacío en el cine… En la literatura, baste con darle una hojeada a “El extranjero” de Albert Camus para darse cuenta de lo que es el vacío en la persona. El vacío es aquello que no nos permite estar a gusto ni con nosotros mismos, es lo que nos orilla a experimentar más, a buscar más, a vivir más, más rápido, más inmediato, más fugado, más elevado… con tal de no encontrarnos con nosotros mismos en un cuarto oscuro y sin nadie más…

El vacío nos deja esa sensación de no encontrar saciedad tras habernos acabado todo en la mesa, tras haber agotado un tema, una relación, un chiste, o incluso, una persona… el vacío se lo traga todo y nos lleva de la mano de la más abyecta insatisfacción hasta el punto de llegar a la más cabrona de todas las aburriciones. Le perdemos el sentido a la vida, hacemos cada vez cosas más extremas tratando de encontrar algo que nos diga que pertenecemos a eso… pero todo nos parece tan fatuo, tan superflúo que terminamos convirtiéndonos en personas totalmente complejas…

“Cuando crezcas sabrás que los chicos complejos son más atractivos” dice el buen Dr. House a una chiquilla de unos trece años. Y el comentario trasciende mucho más allá de la simple chanza sarcástica, o del ingenio del libretista. Habemos quienes buscamos en nuestra vida relacionarnos con personas más complejas que nosotros, porque esperamos que ese aire de sofisticación y misticismo que les envuelve nos deje al menos un leve dejo de sabor distinto en los labios o en la piel. Pero no es así… como con las cebollas, removemos capas y capas de mierda que nos descubre cada vez más como unas personas llanas y vacías. (¡No mamen!, ¡Antes muerta que sencill@!)

Y el mundo, la publicidad, los medios, el entorno social nos ofrece más y más cosas para no parecer unos simplones ante los ojos de los demás: ahora tengo el reloj sofisticado, ahora el gadget más chingón, que ahora visto “dolcheangabana”, ya deja de mamonear y tráeme a tu hermana, ahora soy Emo, ahora no, ahora escucho rancheras porque estamos en México, ahora escucho Indie porque es lo más “in”. Ahora se viene lo retro y rescato del closet aquellas prendas que se ponían mis jefes en los ochentas y de cuyas fotos me cagué de risa hace unos meses (¿ya te diste cuenta que cada vez que estamos al borde de una pinche crisis económica se viene de moda lo retro y lo “vintach”?) Ahora voy a ser cineasta y mañana voy a cambiar al mundo con todos los choros mareadores que expongo en mi blog, ahora le voy al Atlas, ahora no, ahora soy azulcasimorado, ahora soy multicolor, quesque ser bisexual está de moda en la condechi, quesque andar en los burlesques es la neta del planeta, que lo mexicano es naco y lo mexicano es chido, tons (verdá de Dios) todo lo naco es chido, que no es naco, ni es chido, se le llama kitsch, que se le llama kish, que se le llame como sea… es una reverenda mamada, yo creo que sí (pero no negarás el encanto que tiene una figurita del Santo de plastiquito duro, de ésas que venden en los mercados .o las muñequitas que sólo mueven los ojitos si las acuestas, esos… ésos sí, para que veas son inmortales….)

Nos montamos disfraces, etiquetas, títulos nobiliarios, ceros a favor en nuestros cheques, que la moda es andar con nalgonas, pos a mí me laten las chichonas, que las gordis son más cachubis porque le tienen que meter más empeño al despeñadero, que el orgullo chilango y el orgullo gay son pero no se parecen, que si como para acompñarme, que si trago pa’ recompensarme, que si vomito lo que como, si es así, mejor ni como, pura agüita y lechuguita, que si no suelto mi flor soy apretada, que si la regalo de puta no me bajan, que el sexo es amor, y que el amor es pura maldición, mejor sexo sin amor, hola me llamo Juan ¿cojemos?, a que sí, a que no, tons a la chingada, no por favor, que la vida con Coca-Cola es mejor, y a mí se me subió todo el maldito colesterol, que la edad no importa, pero no es lo mismo los tres mosqueteros que 20 años después, ¿y tú que me ves?, lo pinche feo que estás, que ya me desesperaste, que ya bailó Bertha la amistad, que yo soy azul, yo amarillo y yo verde… ¡ah chingá! ¿pos qué estamos hablando de tamales?

En la búsqueda de nuestra identidad y de las opciones que se nos ofrecen, buscamos alguna con la cual nos sentiremos plenamente identificados. Buscamos un grupo en medio del cual nos sintamos acompañados y, de igual manera, únicos y especiales. Que los muchachos chidos de la película gacha, que los fresas, que los punketos, los de aquí, los de allá, los de acullá, jijijí, jajajá… que si caminas arrastrando los pies eres un puto LUSER ( sí, así lo quise poner con “u”), que si caminas como si la trajeras dentro mirando al sol, eres un triunfador, no mames, seamos cool, caminemos en cámara lenta como en las pelis… si wey cómo no… y la musiquita de fondo es pendeja o qué… chale, pos entonces traite el compat de Moby…

Justificamos nuestras carencias afectivas acusando a nuestros padres y a nuestras familias. Que si me diste mucho amor, que me ahogabas de atención, que si le pegabas a mamá, que siempre te ví con tu puto babero, se llama mandil, pos eso… Que el Trastorno Bipolar me hace reír y llorar, que yo tengo TDA y por eso me la vivo en la pendeja, no… perdóname pero pendeja la que te hizo caso, pero si es igualita a como se comportaba mi mamá, ah pinche edipito cagado, que quiero que sea virgen, casta y puta, digo pura… que las familias estelares o de constelaciones, ah si… pos que se vayan con el carnal de las estrellas, que si estás traumado o sólo naciste así, sin oxígeno mientras nacías, que es una tara, o de plano una tarada, o un tarado según sea el caso, que contigo pura chacota y no se puede hablar en serio, por favor… si de broma en broma la verdad se asoma…

El vacío es esa falta de uno mismo de la que hablaba antes (o al menos eso creo), es esa sensación de no saber ni dónde tenemos la cola, si ya la empañamos, si la limpiamos bien o simplemente ni cuenta nos habíamos dado de que la teníamos. El vacío nos compromete a un comportamiento consumista en una cultura social que le rinde tributo precisamente a ese consumo. Si quieren leer una buena novela sobre el vacío y sus devastadores efectos en las personas les recomiendo American Psycho y Glamourama de Easton Ellis.

El vacío es el mal sabor de boca que te queda en la mañana cuando despiertas al lado de alguien sin tener puñetera idea de quién es. El vacío es la pérdida de la fe en un mismo por abandonarse a los apetitos que nos sugieren los demás. El vacío son los demás que nos exigen ser como todo mundo menos como nosotros mismos. Porque reírte de una broma simple te convierte en un espíritu llano y pendejo, porque no preocuparte aunque te esté cargando la chingada es tomar la vida con ligereza y ser irresponsable, porque te tienes que bajar los calzones para que te “fistié” tu jefe cada vez que se quede insatisfecho con su vieja, su secre y su amante, o simplemente porque tu jefe o jefa son unos pobres diablos ahogados en dinero y prestigio, pero que cuando llegan a su casa se meten su lana y su prestigio por el culo porque no soportan el silencio y la pared vacía de sentimientos y repleta de remordimientos que les refleja su propio vacío interno. Vaya descubrimiento, el jefe te fistea porque quiere que tu existencia sea más pinche que la de él… porque a pesar de todo su poder, su vacío es más profundo que el tuyo…

El vacío es la ausencia del amor propio reflejado en los demás: como yo no me quiero lo suficiente me buscaré a alguien que me acepte a su lado aunque me haga cagada en el proceso. O de plano a follar que le mundo se va a acabar… y chiquita y no te la acabas. El vacío es la soledad impenetrable que te queda tras haber pasado un fin de semana increíble con tus cuates y tu vieja, un fin de semana lleno de excesos, sexo, drogas, alcohol, pendejadas y mucha risa. Es la opresión que sientes cuando sabes que la fiesta va aterminar y no quieres dejar morir la noche... porque sabes que en la mañana quien va a querer estar muerto vas a ser tú....

El vacío es no tener un lugar donde poder cimentar tus pasos, te hace perder el piso y te lleva a suponer la vida en vez de vivirla. Supongo que si me ven con una wereber me voy a ver como triunfador, supongo que si me comporto como potentado aunque viva como mendigo… jamás perderé el estilo, supongo que te caigo bien, supongo que no, supongo que el mundo sólo se rige por los poderosos que le dan rienda suelta a los apetitos de sus gónadas… y si es así… ¿porqué me cargo estas “blueballs”?

El vacío nos arrebata los sueños, las metas, los motivos, nos convierte en conformistas, cuando no en perros ambiciosos, siempre llenando esa ausencia con algo que no nos recuerde que ya no nos parecemos en nada al adulto que soñábamos con ser de niños y cada vez estamos más cercanos a los adultos que nos limitaban y nos castigaban o a aquellos que nuestros modelos censuraban… el niño que llevamos dentro nos mira y se vomita del asco que podemos llegar a ser. El vacío es la tristeza de ese niño interno que, deprimido, nos mira con reproche porque lo hemos convertido en lo más alejado a sus sueños y expectativas.

El vacío nos convierte en monstruos a los que, con un chingo de trabajo, apenas soportamos mirar en los espejos. Ese mismo vacío nos resta voluntad y nos vuelve voluntariosos. Nos empuja a la solución fácil, a la menos exigente, nos va restando calidad… nos va quitando lo que somos… lo que queríamos ser…

No es fácil buscar un cierre optimista con respecto a este tema… pero el vacío existe y ocupa un lugar… el lugar de todo lo que te falta para estar bien, ya no se diga ser feliz...

¿y tú… qué tan vacío estás?

jueves, 22 de mayo de 2008

Imagina que...

Imagínate que acabas de hacer al padre de todos los putos corajes que has tenido en toda tu rejijísima vida. Imagínate que te invade esa ira ciega que te hace enojar de manera superlativa, tanto que sólo sientes tu cuello hincharse y las órbitas de tus ojos comienzan a dolerte tanto que sientes cómo atraviesan tu cráneo y proyectan toda tu materia gris hacia la parte posterior de tu cabeza, haciendo mierda todo a su paso... tanto que sientes cómo tu columna vertebral se colapsa y una pinza gigante te destapa la sesera como si fueras lata de atún. Imagina que nad en el mundo es capaz de detener el dolor intenso que sientes en tu cabeza, esternón, espalda y deltoides... y eso te provoca que te enojes aún más y más y más...

Imagina que cada vez que repasas lo que te provocó tal enojo, precisamente para quitarle importancia y tranquilizarte, no es más que un intento futil... una pérdida miserable de tiempo. Te has subido al expreso de la furia y lo único que quieres es una presa para descargar todo tu coraje, tu odio, tu impotencia y poder reducirla a nada... literal y virtualmente a nada... o mejor aún, andas buscando algo que destruir, algo que libere esa olla expréss que llevas en el cráneo y que te jala hacia arriba de una manera cruel y endemoniadamente encabronante.

Imagina que sólo te queda una hebra de control, antes de que estalles y te abandones a los efectos embriagantes y narcóticos de tu enojo. Imagina que no quieres hacer otra cosa en este momento que mandar todo y a todos a la chingada y que sólo quieres salir corriendo con lo puesto y no más y no quieres parar... sólo dejar ir este amargo sabor de labios y golpear cada vez más duro el suelo con tus pasos para ver si de una pinche vez por todas te quiebras y revientas y dejas de soportar este pinche encabronamiento que llevas dentro.

Imagina que no puedes hacer nada de eso más que buscar un par de paracetamoles y respirar profundo para relajarte y no cortarle la gargante con un popote de Boing al primer sujeto que se te ponga encima. Imagínate que no puedes hacer nada por remediar aquello que te ha hecho encabronar tan profundamente... imagina que no tiene solución... y la única que hay no es la mejor. Imagina que estás entre darte un pinche tiro en la cabeza para que ésta te deje de punzar de una vez por todas o saltar al vacío para ver si puedes encontrar algo mejor... dejando atrás todo lo que eres, lo que tienes... dejando atrás aquello de lo que crees que estás hecho.

Imagina que por un momento te paras a reflexionar y te das cuenta de que quizá esta ira que sientes se origina porque diste una vuelta equivocada y que no estás en donde querías estar.

Imagina que llegaste a un punto de No Retorno...

Imagina que lo peor de todo es que en tu punto de No Retorno, no te encuentras solo... y a pesar de que puedes dar marcha atrás, no vas a llegar al punto de origen... al menos no lo vas a encontrar tal cual lo dejaste... porque no estás solo...

No estás solo...

Imagina que estás consciente de que cada acto tuyo tiene consecuencias y sabes que siempre te has hecho responsable por ellas. Las contemplas y las aceptas sin la menor duda o queja. Sin embargo hay factores externos cuyas consecuencias de sus actos te afectan y te desvían de tu destino inicial. Pagas las consecuencias de los actos de otras personas. Personas ligadas a los actos por los que tú mismo te haces responsable. Tu ira sigue ... pero ya no es una ira ciega. Sin embargo tu semblante está muy oscuro... sientes cómo una sombra negra se cierne sobre tu rostro y sobre tí mismo. Sólo te resumes en una mirada fija con un brillo que da escalofríos...

Imagina que tratas de mirar el juego que conforma tu vida desde afuera del tablero. Comienzas a mirar y a analizar tus jugadas. Identificas en dónde la has cagado, y asumes con dignidad tus errores. La ira negra comienza a tornarse grisácea... Sabes que en los últimos momentos no has actuado de manera adecuada, parte de tu ira ha sido originada precisamente por que no tienes el control total sobre tu vida... Te encabrona saber que de forma indirecta, alguien sabe cómo redireccionar tus actos... aún así sabes que no puedes hacer nada al respecto. No estás solo... recuerda muy bien eso, no estás solo...

Imagina que el tiempo te dará ventaja sobre los factores externos, imagina que algún día, tarde que temprano, se extinguirá... Imagina que eres lo suficientemente inteligente para encargarte de que no deje secuelas... imagina lo miserable que ha sido su existencia como para haberse fijado que a la tuya le faltaba su presencia estúpida y sonriente. Imagina que es un mal necesario... y recuerda que no estás solo...

Ahora, deja de imaginarte tantas pendejadas deja de estar haciendo tantos pinches berrinches... sólo controlas aquella parte de tu vida que tienes al alcance de tu mano, sabes que los actos en los que la cagaste en el pasado te seguirán chingando el resto de tu puta vida mucho más que el tiempo que rebirás palmadas en la espalda por hacer las cosas correctas. Deja de mamonear tanto y tómate un par de analgésicos, respira profundo y despéjate. Sal a la calle, mira hacia el cielo, admira los colores que hay a tu alrededor y pregúntate si lo que te ha hecho perder el control, lo que tanto ha hecho enojarte ha sido suficiente como para alterar tu entorno.

Recuerda que a la vida le vale un pito lo que te pase. La vida sucede y no espera. La vida sigue adelante con pedos o sin ellos, con enojos y pendejadas (propias o de los demás). No pretendas tener el control de lo que pasa a tu alrededor si no puedes tener el control y la responsabilidad de tí mismo.

De vez en cuando... libérate a tí mismo de tí mismo, de los demás, de toda esa mierda que traes encima. Sincérate contigo mismo y no te censures tanto. No te puedes culpar por la estupidez de los demás, ni tampoco hacerte responsable por las fallas educativas de quien te acompaña. Así es la gente. Así son las personas... controlar su esencia es como aplastar su cabeza para ponerles un control remoto.

Recuerda que el factor humano es falible per se. El factor humano, incluyéndote, trae inherente a la estulticia y ésta cobra grandes dividendos...

Observa bien a tu interior... observa para distinguir... quien te ama, a quien amas, quien te hiere, a quien hieres, con quien te desquitas... y ordena tus cosas... resuelve tus propios pedos... deja que el mundo ruede y él te dejará rodar...

Ahora imagina que lo logras y que tienes éxito en ello...

Imagina.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Actitud

Uno de los personajes que más me ha gustado leer en el fabuloso mundo de los comics fue aconsejado por su padre con la siguiente frase: "Un hombre no se mide por el modo en que cae a la lona, sino por cómo se levanta."

He aprendido que hasta para darse un madrazo en el suelo hay que tener estilo y hay que hacerlo con cierta gracia. Incluso, cuando se tenga el agua hasta el cuello, hay que actuar con cierto garbo y aplomo. La forma en que reaccionamos ante los eventos inesperados que se dan a diario nos va forjando el carácter y nuestra personalidad. En eso consiste tener actitud ante la vida.

De cierta manera, la actitud es lo que nos va a definir primariamente ante los demás: la manera en que nos movamos, en la que actuemos e, incluso, en la que reaccionamos ante lo que nos presenta la vida día con día, conforman en conjunto la parte esencial de cada uno de nosotros.

La actitud es la etiqueta con la cual seremos identificados por el resto de los seres humanos. Es el modjo de nuestra personalidad.

A final de cuentas todo es cuestión de actitud.

En lo personal prefiero ser de los que se pandean pero no se quiebran, eso le da algo de flexibilidad a mis reacciones. Aunque no siempre estoy instalado en la misma actitud: algunas ocasiones tiendo a ser muy perfeccionista o muy aprehensivo... otras más valemadrista o reflexivo.

Hay quienes están en estado casi permanente de alegría y de gozo ante la vida, los hay ominosos y grises, despreocupados y cachondones... en fin.

¿Y tú?... ¿Cómo es tu actitud ante la vida?

PD.
Este post como que no me gustó mucho. Y hago constar que no le puesto sólo para cumplir con la cuota pero... bueno, eso ya dependerá de con qué actitud lo lean.

Abur.

martes, 20 de mayo de 2008

La simpática relación del clima con el estado de ánimo de las personas...

Este es un post interactivo. Así que asómate a la ventana, mírate al espejo y responde:
¿Cómo te sientes hoy?

¿A poco no es curiosa la relación?

Sale pues... ahí nos estamos leyendo.

lunes, 19 de mayo de 2008

La inmutabilidad de la vida ante los hechos aleatorios...

En esta ocasión intentaré tomar a manera de Virgilio al maestro Joaquín Sabina.

Hoy dice el periódico
que ha muerto una mujer que conocí,
que ha perdido en su campo el Atleti
y que ha amanecido nevando en París.
Que han pillado un alijo de coca,
que a Piscis y a Acuario
les toca el vinagre y la hiel.
Que aprobó el Parlamento Europeo
una ley a favor de abolir el deseo
que falló la vacuna anti SIDA,
que un golpe de estado ha triunfado en la luna
y movidas así.
Pero nada decía la prensa de hoy de esta sucia pasión,
de este lunes marrón
del obsceno sabor a cubata de ron de tu piel,
del olor a colonia barata del amanecer.
Hoy amor, como siempre
el diario no hablaba de ti, ni de mí.
Hoy amor, igual que ayer, como siempre
el diario no hablaba de ti, ni de mí.
Hoy dijo la radio
que han hallado muerto al niño que yo fui
que han pagado un pasote de pelas
por una acuarela falsa de Dalí.
Que ha caído la bolsa en el cielo,
que siguen las putas en huelga de celo en Moscú.
Que subió la marea,
que fusilan mañana a Jesús de Judea,
que creció el agujero de ozono,
que el hombre de hoy es el padre del mono del año 2000.
Pero nada decía el programa de hoy de este eclipse de mar,
de este salto mortal,
de tu voz tiritando en la cinta del contestador,
de la manchas que deja el olvido a través del colchón.
Hoy amor, como siempre
el diario no hablaba de ti, ni de mí.
Hoy amor, igual que ayer,
como siempre el diario no hablaba de ti,
ni de mí.

Como bien resalta en la letra de esta magnífica rola del señor Sabina. A nadie le importa un soberano pito lo que sucede en nuestra existencia más que a nosotros mismos. Cada que quiero hacer un berrinche por algo que no me ha salido bien, me basta con mirar a mi hijo cuando llora porque aún no se le ha alimentado: es el retrato mismo de la vida que avanza y le vale madres esperarse. Y la neta no es una queja sobre la paternidad, muy al contrario, esa es la bendición de contar con una de las tantas lecciones diarias que me dará mi hijo a lo largo de mi existencia. La vida y el tiempo (¡oh gran asesino que nos consume poco a poco y en la mayor de las ocasiones sin que nos demos cuenta!) son ese pistón binario y diáfano que Dios nos ha puesto para colapsarnos en nuestra propia estulticia. La vida se presenta ante nosotros tal cual viene, el tiempo nos consume en nuestra contemplación de la misma y nos obliga a participar con ella en esta danza macabra que alguna vez dará a conclusión con nuestra propia muerte.

Cada quien puede disponer como le venga en gana la forma en la cual participa de esa danza macabra y mítica. Algunos quizá estemos sentados, mirando cómo los demás se divierten mientras nos embriagamos en nuestras propias conjeturas y disertaciones de cómo suponemos que debe de ser la vida. Otros, simplemente. la vivimos como va. Sin reglas ni sermones, sin gritos ni sombrerazos, dándonos en la madre hasta quedar satisfechos por haber dejado alguna huella de nuestro paso por este camino tan recto o sinuoso como a nosotros nos plazca. Algunos otros planeamos, preveemos, cotejamos, checamos cada paso que queremos dar y quedamos como idiotas al ser sorprendidos por la creatividad que nos muestra la vida para decirnos que planificarla sirve para pura madre. Planificar la vida es como querer enseñarle el alfabeto a una mula. quizá la condicionemos ante ciertos estímulos, pero jamás podremos contrarrestar el instinto.

La vida es un caos en continuo movimiento, y tal condición la define como inmutable. Es inmutable porque su cambio es constante. Desde siempre. Es inmutable porque no se repite a sí misma. Nosotros somos los meros accidentes que le transitamos por las vías que otros se han empeñado en enseñarnos. Nosotros somos los hechos aleatorios que han sido considerados como las variables de una gran ecuación que es esta vida. Y a pesar de esta condición de variabilidad, somos tan absolutos como un número. O una condicionante. Y la vida va mucho más allá de eso:
La vida es vida con humanitos cagados como nosotros o sin nosotros. Es impredecible y segura a la vez. Es el oximorón perfecto. Y nosotros nos empeñamos en abarcarla y en capturarla en libros, crónicas, pensamientos, especulaciones... y en general, en cualquier manifestación, tangible o no de nuestro pensamiento.

Cuando la vida se da cuenta de ello, se caga de risa de nuestra ridiculez y nos pinta un soberano dedo. A ella no le importa si hay o no recursos para comprar tal o cual satisfactor, simplemente permite que existan las necesidades y los objetos que las aplacan. Tampoco le importa si hay opresores y oprimidos, pobres o ricos, amados o amantes, tú o yo... o nosotros. A la vida sólo le importa suceder. Pasar. Ser. No le interesa significar o destacarse.

La vida es ahora. Y se diluye mientras lees estas líneas... mientras piensas en lo que más te molesta o en lo que más amas. Y el tiempo es su veneno más efectivo.

La vida sólo es la pequeña brecha que hay para llegar a la muerte. Y al llegar al final, ya nada de lo que se haya recorrido quizá importe.

Como dijo John Lennon: La vida es lo que sucede mientras tú la planificas.

Vive.

Experimenta.

Cágala.

Ahora.

Abur.

jueves, 15 de mayo de 2008

Apología del Valemadrismo

Durante 12 años estuve en la misma escuela, de acuerdo a mi historia oficial, desde la primaria hasta terminar la prepa.

Era una escuela salesiana, - actualmente quizá eso no signifique mucho, pero de 1980 a 1991 eso significaba vivir con limitantes morales y conductuales, de lo contrario la ira mortal de un dios omnipotente y ominoso, que ante todo te ama (siempre y cuando te inclines y le muestres las nalgas para que te ensarte cual banderilla), se cernirá sobre tí y, después de hacerte la vida miserable en la tierra, te corre, te coje y te veta (citando a la molocha) mandándote al averno por toda tu existencia espiritual - con un sistema educativo condimentado y concebido en la mera cepa católica (donde el manejo de la culpa para el control de los feligreses está a la orden del día y donde cada celebración de logros obtenidos era visto como un acto de engreimiento, vanidad y soberbia...), eso implicaba vivir bajo muchas reglas y dogmatismos ideorreligiosos que, aún a la fecha, me encuentro escondidos en algunos recovecos de mi personalidad, algo así como el cochambre necio que no quiere salir después de varias talladas. Quiero aclarar algo: mi personalidad rebelde y cabrona siempre se ha manifestado, prueba de ello, fueron las incontables ocasiones en que estuvieron a punto de correrme por reaccionario y por cuestionar al sistema educativo (no laico) que imperaba en el lugar. Creo que la mayoría de mis fricciones con la autoridad, por aquél entonces, no se debía a otra cosa que a la formación de muy particular criterio.

Lo que es innegable es que el estilo de formación punitivo-dogmatizador que recibí de aquéllas buenas personas, al final hizo un poco de mella en mí (Ojo: no estoy justificando ninguna de mis cagadas en la vida, de ellas no hay más responsable que yo mismo). Me hicieron analizar todas las posibilidades de actuar de tal o cual manera, considerando las ramificaciones posibles y consecuencias posteriores del acto en sí. Para ser más claro: si vieron la película NEXT con Nicolas Cage, mis consideraciones eran algo parecido a lo que hacía él para prospectar el futuro, pero sin efectos especiales ni desdoblamientos temporales posibles, sólo argumentos, especulaciones y chaqueteos mentales conforman mis prospecciones de derivaciones potenciales. Lo cual en un momento decisivo determinante te llena más de dudas que lo que te abre el abanico de alternativas. Y hay ocasiones que de tanto pensarle... termino por tomar la peor opción, o al menos no la idónea.

Es en esos momentos donde valoro el tan desvirtuado valemadrismo. Las virtudes del valemadrismo son legión y sólo por mencionar algunas:

• No considera consecuencias.
• Por lo mismo, no genera culpas.
• Disfruta del momento, sin importar si es correcto o no.
• No considera miedos, y si lo hace, los vence.
• No conoce de reglas ni de responsabilidades. Y si considera alguna regla, sólo lo hace para pasársela por el arco del triunfo.
• Es espontáneo.


Ante ese bagaje cultural y moral, el valemadrismo funciona como un contraveneno. Nos erradica el miedo a hacer las cosas, y en ocasiones ese miedo viene de las propias limitantes con las que te van educando a lo largo de tu vida, te ayuda a dejar a un lado esas limitantes y precisamente te ayuda a ver con claridad un espectro más amplio de posibilidades... más no de consecuencias.

Esas limitantes, adquiridas o auto impuestas por dogmatización previa, provocan que uno tarde en tomar decisiones propias. Tardan más en cuajar las decisiones propias que las impuestas, siempre nos costará más hacer una decisión con propuesta que simplemente decir si o no ante lo que nos ofrecen.

En ocasiones el valemadrismo es manifestación de valentía, entendida como victoria ante los propios miedos y dudas. Una decisión acompañada de un “¡chingue su madre, en caliente ni se siente!” siempre será más satisfactoria para el que la tomó, haya sido o no correcta. Como dicen en mi pueblo: “¡Pa’qué tanto brinco estando el suelo tan parejo!”.

Así que… no hay que ser tan absolutos en la vida… sólo hay que disfrutarla y sortearla como venga. Estoy de acuerdo en que hay que prevenir ciertas desavenencias pero en general, un día puedes levantarte y sentirte bien y la gozas rico durante toda la jornada y, al otro, igual y te levantas todo depre y todo te apesta y te caga… puedes tener un problema y dejar que te ahogue, o bien, valerte madres, tomarlo con calma, y hasta con cierto cachondeo, y tenga o no solución, lo superarás rápido… aunque a veces, no en todos los casos hay que tocar fondo para ello… Aún así… si llevas un lastre cultural, educativo y de convicción que no te permita tomar las decisiones que tú quieras (que no forzosamente las correctas)... si decides que te valga madres, te deshaces de la carga...

El valemadrismo es en sí una actitud ante la vida… es la ligereza llevada con inteligencia. A final de cuentas, en la vida sólo la muerte te estremece de tal forma que no te modifica, te cambia por completo… y no deberíamos vivir nuestra vida tan abatidos por nuestra carga de problemas o pedos existenciales, por eso deberíamos de vivir cada día como si fuera el último…

Así que valiéndonos una absoluta madre, vamos a disfrutar de esta vidita nuestra que sólo tenemos un chance pa’ cagarla…

Y si vamos a hacerlo… hagámoslo en grande. Valiéndonos madre... ¡pos qué!

Abur.

miércoles, 14 de mayo de 2008

La ira

Ayer hablaba sobre el Killing Mood. Y quizá sea un tema al le faltaron muchos aspectos a tratar. Creo que uno de ellos es la ira ciega. Esa ira que hace que lo veas todo rojo y que te hace crecer como un monstruoso Hulk ante los ojos de tus familiares y amigos. Esa ira loca que te nubla la mente y sólo se transforma en maldiciones y malos modos y maltratos hacia tus seres amados sin que tú mismo te des cuenta de lo que estás ocasionando hasta que tiempo después se diluye casi tan rápido como empezó.


Esa misma ira es la que hace que explotes enmedio del tráfico, creyendo que tu grito de bestia salvaje va a ser escondido entre el ruido de las bocinas, las dicusiones y de todo aquellos que te rodea. Pero no es así, en el preciso momento, en el cual el mundo decide quedarse por un segundo callado, tu grito, tu ira sónica queda exhibida.

La ira, que al marcharse deja una estela de vergüenza en tu rostro y un cargo de consciencia tan pesado como una cruda moral. Esa misma cruda toma la forma de tu Killing Mood y hace que sientas que tu torrente sanguíneo se espesa tanto que luces y destellos se hacen notar en tu visión y una opresión en el pecho y la dificultad para respirar te aterrizan los pies de putazo. O te calmas o te da un pendejo ataque por pinche berrinchudo.

Obvio es que la calma no trae la tranquilidad, más bien es un mecanismo de defensa de tu propio cuerpo para que no quedes hecho mierda en la defensa del wey que va adelante de tí en el tránsito maravilloso del periférico. A nadie le ha resultado sano tener un ataque así a 120 km/hr, y ni creas que por tratarse de ti la divina trinidad te va a proteger de que te conviertas en una mancha feliz en las nalgas de otro.

La ira no es tan buena consejera. Es un maldito cuervo que te arranca los ojos y que va por tu corazón. Seamos francos, cuando estamos encabronados no somos selectivos y cargamos con todo y con todos. Hay que tener cuidado... no todo el mundo es susceptible de ser pendejeado por nuestros arranques. Y a veces hacemos más daño con un gesto, con una palabra o una actitud que con un madrazo bien dado.

Y como diría un compa de la Universidad: "¡ay si tú...! ¡ira, ira, iraaaaaa..."
Abur.

martes, 13 de mayo de 2008

The Killing Mood

Hace algunos años, mi amigo el Davo acuñó el término Killing Mood para determinar aquellas ocasiones en las cuales uno anda "de malitas". Por ejemplo, me pone de malitas tener este maravilloso tema para un post y no tener ni puta idea de cómo desarrollarlo. Bueno, para empezar les sugiero escuchar de Travis, su rola "why does it always rains on me?", me cae que si esto fuera podcast la usaría para fondear, pero como no lo es... pos ni modo y todos nos chingamos.

A veces uno se levanta no sabiendo ni de qué lado masca la iguana. Sólo se tiene la estúpida sensación de que haberse levantado de la cama ese particular día no era tan buena idea. Por lo regular se vienen en cadena varias cosas: se acaba el gas, la llave gotea, se esconden las toallas para no ser restregadas en nuestras miserias, la pasta de dientes elige caer sobre nuestra ropa oscura y dejar huella de su paso por nuestra existencia. El reloj, maniacamente comienza a avanzar a paso cada vez más rápido. Y las calamidades se acumulan como el premio de los Pronósticos Deportivos: por millones.

El exceso de tránsito vehicular, la falta de educación vial de los traileros, microbuseros y demás camioneros que uno se encuentra en este Periférico del Señor. Son bastante hábiles como para alimentar nuestro estado mágico de querer apretarle el cogote al próximo imbécil que pretenda cerrársenos en pos de ocupar nuestra posición al mismo tiempo en el mismo espacio. Ese estado mágico lo denominaremos como nuestro "Killing mood".

El Killing mood nos pone como sobrecito de Maizena en medio litro de agua: espesitos, espesitos. La sensación de desubicación del sistema pegotero de la cinta scotch se nos manifiesta como zarza ardiente, es decir, no sabemos ni de qué lado pega el "diurets". Todo nos molesta, todo nos cae gordo, nos dicen mi alma y ya queremos nuestro multifamiliar aparte. Cualquier frase linda te parece insoportable... al grado que te sientes el objetivo de una manifestación kármica ancestral malpedo que justifica su existencia en el ísimo ideal de sólo chingarte. ¡¡¡Crom, cuenta a los muertos!!!

Sientes que el universo fue diseñado exclusivamente para tu incomodidad y perjuicio. Te la pasas quejándote y hasta a tí mismo te cagan tus propias quejas. La malpedez te persigue como sino egipcio tras haberse roto los sellos. Es como un estado donde sólo se acumulan malvibrosidades.
Todo te caga y no puedes hacer nada por remediarlo... sientes que la cola te abandona y que todo, absolutamente todo está en tu contra. Ni pedo maifrend, lo chido de la vida es que no siempre te sale todo como lo habías planeado. De lo contrario, la vida sería pla y no podríamos apreciar las ocasiones en que las cosas nos salen bien. (si... si... consuelo de pendejos)

Y a veces te das cuenta que ese Killing Mood es alimentado por algunos seres malvibrosos cuya existencia te ofende. Algunos son como zombies sin aspiraciones que te contagian de su muerte en vida y te arrastan en una vorágine de mediocridad y malpedismo. Es cuando le proyectas tu Killing Mood a otra persona... o al menos la culpas por ello. Y es que hay cada puto especimen que mejor hay que juntarlos y dispararles, hacerlos cachitos, cocinarlos en tacos, dárselos a los biafranos y esperar a que los caguen para quemar el excremento... neto.

O por otro lado, a veces sientes que sólo emana de tus congéneres y ni pedo... ellos no tienen la culpa de que a tí no te vaya bien. Además... malo por aquellos que se la pasan sin que nadie les eche un pedo por la vida... ya quisieran tener al menos a uno de los hincha pelotas que se la pasan tratando de hecernos sentirnos mejor a pesar de nuestra cruda moral y mental...

En general el Killing Mood nos aleja del resto de las personas y nos convierte en víctimas agresivas de nuestro propio malhumor. Nos nubla la percepción de la realidad y nos pone un cristal muy oscuro para mirar la vida. Es una manifestación muy cajetona de nuestro propio egoísmo, sentimos que hay un complot en nuestra contra y una vez más demostramos sentirnos el pinche ombligo del mundo. Más culey se siente cuando nos admos cuento de que no es así, pero ése... es otro cantar.

Este Killing Mood puede correr el riesgo de convertirse en una actitud ante la vida, nos podemos volver gruñones o muy pederos, es decir, que reclamamos de todo y la inconformidad se nos acrecenta. Dando como resultado que el grueso de las personas nos eviten por nefastos.

El Killing Mood también puede afectar nuestra reputación profesional, ocasionando una gran erosión en nuestra imagen pública. No es muy recomendable clavarse en la textura.

La peor manifestación del Killing Mood es la autodestrucción, esta se puede manifestar como una eterna insatisfacción, un valemadrismo exacerbado, un constante malhumor, una depre muy profunda o la adopción de un vicio que pueda afectarnos de manera permanente. Incluso hay quien puede somatizar su Killing Mood y manifestar enfermedades raras que sólo le dan a los desocupados y a los ociosos... creo que les llaman hipocondríacos.

A veces, clavarse en un Killing Mood se puede volver recurrente como escape para no enfrentar una situación que nos moleste. A veces es más fácil quejarse que resolver o concretar. O simplemente hay gente que le gusta tirarse para que otros los levanten. Francamente sos últimos son los que más hueva me dan.

Lo mejor es afrontar nuestra realidad, estar conscientes de las consecuencias de nuestros actos, y como no es posible que estemos todo el tiempo sonriendo al horizonte como pendejos descerebrados, vaya al menos es más sano tomar las cosas con humor (negro, blanco, rojo, o del color o sabor que mejor les apetezca). Como dicen en mi pueblo: ¿pa'qué tanto pinche brinco, estando el suelo tan parejo?... o bien, como diría el célebre Vulgarsito: "No te azotes hijín, pa'qué no te azotes que hay chayotes, no te azotes que hay chayotes"...

A final de cuentas, la vida es corta y al final uno no sale vivo de ella...

Y sin más ni más terminamos esta antiapología del Killing Mood, basta decir que no se claven en la textura... no vale tanto la pena...

Abur.

(si, a mí también me dió la impresión de que estuvo medio pinche el post, pero... pos no se claven, no se claven...)

Ayer no hubo post.

Si lo sé, ayer weboníé y no hubo post. Tenía la cabeza revuelta y no concretaba ninguna idea.

En cambio estuve de chismoso por el mensajero con una amiga de la universidad. Es curioso cómo a lo largo de los años las percepciones de las personas se modifican, pero en algunas ocasiones se enriquecen y se disfrutan mucho.

También me entregaron mi cochesín, tras casi un mes de tenerlo en el taller por diversos motivos, lo triste del caso es que descubrí que me sigue cagando la madre manejar en esta ciudad tan conflictiva y más en el estacionamiento rodante que llamamos periférico. En fin, todo ok.

Finalmente, ayer de camino a casa, estuve platicando con un amigo del trabajo y estuvo buena la charla. Quizá porque lo que menos nos interesó a final de cuentas fué redundar en el ambiente laboral y nos dedicamos más a charlar acerca de nuestras vidas. Eso fue muy retroalimentador.

A veces el hecho de platicar con las personas te ayuda a conocerte más a tí mismo. De alguna manera, la interacción entre los individuos conlleva a una continua e inconsciente autoevaluación. Es como verse reflejado en el otro de alguna u otra manera, ya sea a través de una frase, un gesto o una mirada.

Quizá los chismes y las charlas sean lo de menos... pero te sirven de parámetro para ver cómo vas con tu vida. A diferencia de hacer una comparación, esta autoevaluación te ayuda a saber si has perdido o no el camino que sabes que mejor comulga con tus convicciones.

Al llegar a casa me encontré con la sonrisa de mi esposa y su copia al carbón en la carita tierna de Mateo, nuestro bebé. Eso, al final del día es muy reconfortante.

Ayer fue un buen día.

Qué bueno.

domingo, 11 de mayo de 2008

Añoranzas

En ocasiones una canción, un olor, un color, un gesto... dispara en tu memoria un recuerdo que estaba ahí oculto, agazapado, esperando el momento exacto de asaltarte y caerte de golpe: la añoranza.

La añoranza es un recuerdo que te hace querer volver a vivir algo que dejaste atrás, o quizá te lleve de la mano con su primo hermano el "y si hubiera..."

En cualquiera de los casos, o en ambos, ¿por qué no?, tu mente se dispara y te aparta de tu realidad. Si no tienes los pies bien plantaditos, te pueden llegar a volar el suelo. Y ahí es donde está la chingadera: cuando comenzamos a sobrevalorar el recuerdo y dejamos que nuestra especulación (acerca de cómo serían las cosas si hubieran tomado otro rumbo) nos empañe la realidad que escogimos vivir, sólo vamos a conseguir incomodarnos a nosotros mismos.

En algún lugar escuché o leí la siguiente frase "Ningún hubiera vale la pena para dejar de lado la experiencia que tengo hoy", y otra frase más la complementaría así " Experiencia es lo que te da la vida cuando las cosas no salen como tú querías". Ambas frases muy ciertas y muy acordes a lo que en este momento de mi vida pienso.

Definitivamente no cambiaría mi pasado... creo firmemente que todos los eventos en los que he participado, de alguna u otra manera me han llevado a este punto de mi vida. Si omitiera o compusiera cualquiera de ellos no tendría la dicha de cargar a mi hijo cada que necesitara consuelo, ni podría abrazar con tanto amor sonámbulo a mi esposa mientras descansamos.

Si, lo acepto. Durante toda mi vida me quedé con ganas de que las cosas me salieran de manera distinta, y me perdí de vivir otras tantas cosas por estarme atormentando por aquellas que no me salieron como yo lo deseaba. Eso me metía en círculos viciosos que nada me aportaban y sólo me hacían sufrir.

Hasta que me cansé de ello y decidí afrontar mi vida tal cual es. A final de cuentas, muchas de las cosas que no me salieron como yo quería obedecía a más a las decisiones que yo tomé más que a los factores externos o ajenos a mí. Las añoranzas me pegan a veces pero las tomo como flashazos de recuerdos, los saludo y los dejo ir. Mis recuerdos son como agua que se escurre entre mis manos y para ir a mejor paso con la vida, los debo dejar ir para no arrastrarlos como una carga o un lastre.

"Quizá si hubiera..." es una frase común entre aquéllas personas que no son conscientes de que cada uno de sus actos tienen una consecuencia.

Recuerdo lo desastroza y confusa que resultaba en momentos la trama de "Back to the Future II" con aquello de los viajes en el tiempo y de cómo alteraban el presente y el pasado... lo de las líneas alternas de tiempo y de sus derivaciones... vaya, como aficionado a los cómics y a la ciencia ficción, no me costó tanto trabajo entenderlo, pero hubo un momento en que si me pareció ridícula la forma en que se comportaba la gente en la pantalla.

Ray Bradbury, lo expuso de manera magistral en su cuento "Con el sonido de un trueno", incluído en su libro "Las manzanas doradas del sol", en el cual una compañía hace safaris al pasado para matar Tiranosaurios Rex y en uno de esos viajes hay una violación a las reglas de seguridad que desembocan en consecuencias fatales para el resto de la historia de la humanidad.
Hay que aceptar que la vida es causal, no casual. Y asumamos cada acto de nuestra vida con sus consecuencias a corto, mediano y largo plazo. Insisto, quizá el hecho de leer más de 25 años cómics y de seguir entrega, tras entrega las historias de mis superhéroes favoritos, me halla facilitado la comprensión de estas palabras. Porque ahí, en las historietas, es muy palpable eso de las consecuencias de los actos. A veces repercuten hasta 10 o 15 años después de haberse cometido el acto original (iba a dar un ejemplo pero sería clavarme mucho en la textura ).

Vivir con añoranzas, es vivir en el pasado. Es acelerar nustra muerte, dado que no ocupamos nuestra vida para vivir, sino para recordar. Estando así habrá un momento en que nos quedaremos sin recuerdos.

Conozco a una persona muy cercana a mí que vive de añoranzas, y sus añoranzas vienen acompañadas de rencores. Esos mismos rencores la han mantenido alejada de sus viejos conocidos, y ahora que esta persona está en su vejez y se ha enterado de que sus conocidos han muerto conforme pasa el tiempo, sus añoranzas y sus rencores se han hecho de lado para darle paso a los remordimientos. Y créanme, eso no es una vida sana.

A mí me gusta recordar viejos tiempos con las personas con las que forjé esos recuerdos: mi familia, amigos, hermanos, y si ya están ausentes mis coprotagonistas, sólo los recuerdo con cariño y se acabó. No me dedico mucho tiempo a ello... prefiero seguir construyendo recuerdos. Y creo estoy haciendo unos recuerdos mejores esta vez.

Ya el tiempo me dará, o no, la razón.

En algún post anterior les recomendaba recordar aquellos que les daba bienestar y les inspiraba a seguir adelante. Lo sigo sosteniendo, inspirarse en el pasado pára mejorar el presente y tener un excelente futuro es una práctica saludable.

Sin más ni más...

Abur.

jueves, 8 de mayo de 2008

Gracias

Hace poco leí en un Selecciones una frase que me dejó pensando mucho, la frase, palabras más o menos, decía algo así: "No importa si sabes rezar o no, si siempre das las gracias ésa será tu mejor oración". Honestamente no recuerdo quién la dijo pero me dejó una fuerte impresión.


Independientemente de a qué dios le recemos, ser agradecidos con nuestros semejantes y con la vida misma es una actitud que reconforta el espíritu. Eso me recuerda un chiste: Se dice que el colmo de un ateo es que no tiene a quien agradecerle cuando se siente bien.


En mi matrimonio, la acción de agradecer es muy socorrida, incluso puedo afirmar que es un gran cimiento para mi naciente familia. La mayoría de las noches agradecemos a la vida el que nos hayamos encontrado mi esposa y yo. Y desde que nació nuestro hijo, no he dejado de agradecerle el hecho de habernos escogido a Tania y a mí como sus padres. Y no es que sienta que no lo merezca ni mucho menos, simplemente siento que agradecerle a las personas que amas por el simple hecho de amarlas, o de existir en tu vida y enriquecerla con esa misma existencia, es maravilloso.


Agradecer por amar te hace susceptible de ser amado. Y quien vive agradecido por su vida, sin clavarnos en rollos existenciales de que si ha sido buena o mala, jamás se siente solo.

Agradecer es un diálogo de amor incluso con nosotros mismos.


Ha habido personas que han sido sumamente groseras, tramposas y prepotentes conmigo a lo largo de mi vida, y he notado que agradecerles a algunos de ellos por sus actos les desarma, los deja sin argumentos para seguir agrediendo y finalmente se alejan avergonzados de sí mismos.

Doy gracias por ello.


Quiero aprovechar para darle las gracias a todas las personas que he amado, obviamente les agradezco también a aquellas que me han amado. A mis padres, hermanos, abuelos y al resto de mi familia por albergarme en su seno. A los amigos pasados, presentes y futuros, por brindarme su amistad y compañía. A las personas que me marcaron para ser lo que sea que soy ahora. A aquéllos que me ignoraron y pasaron de largo de mí, les agradezco también su indiferencia.


Agradezco por cada evento, cada experiencia, cada éxito y fracaso, cada acierto y error que he cometido, porque cada uno de ellos ha contribuído a que llegue a este punto de mi vida: El mejor y el más feliz.


Gracias a todos los lectores que han favorecido con su atención a estas palabras.


Gracias a todos.


Gracias.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Nada es verdad, nada es mentira... todo depende del cristal por donde se mira...

Entre las cosas que más me molestan en la vida se cuentan el pago de impuestos, conducir con mucho tránsito, la estulticia espontánea, la falta de educación de la gente que parece animal y empuja, la hipocresía, guardar las apariencias y la falta de huevos para decir las cosas de frente.
Y este post está dedicado a los últimos tres antes mencionados...

¿Para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo? Total... a veces un intercambio de opiniones encontradas es más sano que estar jugándole al vivo con indirectas o teléfonos descompuestos.

Por ahí dicen que a río revuelto, ganancia de pescadores... Y hay personas que les encanta revolver el río una y otra vez, mientras al mismo tiempo se quejan de tal situación. No sé si lo hagan por estrategia de dominio... por mera comodidad de no afrontar la situación o simplemente porque su mente ya está retorcida y utiliza el pensamiento lateral. Creen que manteniendo la confusión y fomentando la desinformación van a cubrir sus huellas o van a desviar la atención de sus conductas equivocadas. Creen que sembrando el terror y la desolación van a lograr el respeto de sus subalternos. Creen que robando la esperanza de crecimiento de los demás van a poder mantenerse exitosos y sobresalientes. Y lo peor de todo es que quienes nos damos cuenta de todo ello no hacemos nada. Fingimos que no sucede y tácitamente aceptamos que nos pasen por encima.

El hecho es que hacer como que no pasa nada cuando en realidad el mundo se nos viene encima o de plano ni siquiera sabemos dónde tenemos la cola, cual burro de fiesta infantil, es una práctica común en este mundo nuestro de oropel. La cultura del "no pasa nada", esa ceguera autoinducida o autoimpuesta para no aceptar una situación que se nos sale de las manos y no podemos manejarla de manera adecuada. Yo le llamaría cobardía a enfrentar las consecuencias de nuestros actos. Falta de huevos, como diríamos entre compatriotas.

Y hay a quienes les sobran los huevos para someter a otros. Las tiranías no son sino convenciones entre el dictador y sus oprimidos. El oprimido tiene la comodidad de vivir bajo el yugo de un padre dominante que le da todo aunque ese todo sea poco y deficiente. Más vale malo por conocido que... ¿bueno? ¿quién habla?...

Hay personas cuya vida es un cúmulo de mentiras y distorsiones de la realidad, simplemente porque no tienen la capacidad de confrontarla como es. De ahí se derivan las decepciones que pueden provocar en las personas que se dan cuenta de su carencia. Es decir, una vez que les caes en la maroma, caen de tu gracia.

¿Por qué será que nos cuesta tanto aceptarnos tal cual somos? Ocultamos nuestros defectos con otros defectos que creemos servirán de distractores, y en realidad no funcionan así.
Vivimos en un mundo distorsionado por la misma gente que vive en él. Vivimos mentiras diarias que tomamos con la mayor naturalidad.

Hace poco escuché que el sindicato de mineros volvió a elegir al tal Napito como su dirigente hasta el dosmil y madres... pero... ¿acaso no es ese el mismo personaje que tiene una orden de aprensión en su contra y que vive refugiado en el extranjero? ¿no es el mismo tipo al que le dedicaron tantos spots televisivos denunciando sus fechorías? ¿acaso quienes votaron por él lo hicieron con la convicción de que era lo correcto o simplemente fueron comprados, amedrentados o amenazados?

Otro ejemplo es la elección de un dirigente de un partido de izquierda que representa la nueva ola política del país y que es cuna del "presidente legítimo" del mismo. A meses de haberse realizado los comisios, todavía no se pueden hacer los recuentos de los votos y nos vienen con pretextos y procesos alternos y complementarios que si bien se hubieran realizado durante las elecciones presidenciales, ellos mismos hubieran puesto el grito en el cielo.

Pero... ¿A quienes creen que engañan? ¿Que no ven que la mierda ya les rebasó el cuello?
Y así es en todos los niveles... hay personas que se dicen tus amigos y en tu ausencia te hacen campaña con otras personas para chingarte "sólo por deporte"... o grandes cuates que te venden y te tienden trampas para despedazarte ante la opinión pública "solo por negocio"... y aún así te miran a los ojos y te dicen que "no es nada personal, compadre... sólo sigo órdenes"...

Vivimos en una era de egoísmo crónico donde la consciencia gremial vale para pura madre ante los intereses personales. Ya no se trata de pertenecer a un grupo de poder, sino de poseer el poder absoluto. Ya no se trata de mantener alianzas y objetivos comunes... sino de ver a quien le endilgamos nuestros errores para que pague por nuestras culpas. Y nosotros salir limpios.
A algunos se les ha enseñado desde la cuna la máxima de que "quien no tranza no avanza" y son legión quienes lo llevan a cabo en la vida diaria. Todos son víctimas en alguna medida de otras víctimas de actos de corrupción, fraudes, trampas y engaños.

Stalisnav Lem, en su novela "Congreso de futurología" nos muestra de manera lisérgica una sociedad que tiene que recurrir al uso de drogas para disfrazar la realidad que todos se empeñan en evadir. Quizá hace algunos años pareciera una trama loca y difícil de entender. Hoy es una realidad. Es el pan nuestro de cada día.

Aparentamos lo que no somos, nos partimos el lomo en conseguir objetos que nos definen ante los ojos de los demás, a pesar de que quizá en obtener esos objetos se nos vaya la vida. Damos por sentadas situaciones que sólo existen en nuestras cabezas, hablamos de los ausentes como si acabáramos de verlos hace apenas un rato. Proyectamos imágenes de poder y de valentía ante nuestros espectadores y llegamos a casa con el temor de enfrentar una pared vacía que nos escupe a la cara que a nuestra soledad nada le importa nuestro estatus o nuestro poder.
Olvidamos lo que es compartir un momento en pos de exhibir una pose o demostrar quién es más: "¡yo soy más cabrón que tú!", "¿ah si? ¡pues tú me la pelas!", pura testosterona derramada en frases valentonas y actitudes aniñadas...

La vida es una competencia por la supervivencia del más apto... pero es bien sabido que una manada tiene mayor posibilidad de supervivencia que un individuo aislado.

Nos dicen que el calentamiento global va a hacer que al mundo que le dejemos a nuestros hijos se lo cargue la chingada... y en respuesta nos echamos una cajetilla de cigarros cuyas colillas van a dar a la maceta del pasillo o a la coladera.

No hay congruencia en nuestros actos. Nos dejamos llevar por el consumismo, para mejorar nuestra imagen y sólo logramos acrecentar nuestra insatisfacción.

¿Cuándo fue la última vez que disfrutamos de un tiempo a solas?

¿Cuándo fue la última vez que no buscamos un pretexto para evitar llegar temprano a casa?

¿A cuántos de nosotros nos ha causado una real satisfacción cualquier cosa que hayamos realizado el día de hoy?

¿A cuántos no nos han ganado las prisas el día de hoy?

¿Cuántas veces has sonreído hoy?

Y esto aqui no termina... por el momento así lo dejo...

Abur

martes, 6 de mayo de 2008

¿Todavía existe la Magia?

Hace algunos años vi una caricatura en un periódico donde veíamos a un matrimonio en edad avanzada sentados en un sofá. Ella leía con atención un artículo de una revista, mientras Él miraba el televisor. En una nube de pensamiento, Ella repetía lo que decía el artículo que le interesaba: "Aquí dice que las personas que llevan mucho tiempo juntas, pueden llegar a desarrollar cierta empatía, al grado que una sabe lo que la otra está pensando", mientras tanto en el globo de pensamiento de Él se leía: "No es cierto".

Un chiste gráfico en cierta forma cruel.

Lo cierto es que la Magia entre dos o más personas se da. Ignoro si realmente se trata de empatía, telepatía, poderes Jedi o simple mimetización social. Pero de que el efecto (fenómeno u lo que sea que se llame o denomine) saca de onda y destantea, lo hace.

Alguien me dijo que se trataba de una derivación de la ley de atracción (si, esa mera, la del Secreto) y pue´que, pero francamente creo que va mucho más allá de eso. Yo me refiero a la Magia que hace que dos o más personas se comuniquen sin necesidad de estar compartiendo el mismo espacio físico y temporal. Un ejemplo de ello es que alguien se levante por la mañana y evoque a otra persona, a una muy especial, y de repente suene el teléfono y sea esa misma persona evocada... eso es como... Magia. Una conexión fuerte e inexplicable.

Algunos más le llamarían inconsciente colectivo o consciencia gremial... y eso me ha pasado. Tengo un par de buenos amigos con los que salía comúnmente, y con los cuales compartía a veces reacciones o gustos, que de tan coincidentes, daba pauta a situaciones muy ridículas. Estas eran tales como tomar al mismo tiempo la misma cosa, o caminar de noche por las calles y si estaban apagados los postes de luz, a nuestro paso se iban prendiendo (si, como vil video de Michael Jackson) o el hecho de que los tres dijéramos la misma frase o complementáramos la idea del otro.

Eso tiene que ver, creo yo, con vínculos. Qué tanto nos vinculamos a la gente que apreciamos y con la cual nos identificamos.

En lo personal, comparto este mimetismo mágico con mi esposa, al grado de llamarnos al móvil al mismo tiempo o con una pequeña diferencia de tiempo. Incluso llegando a hacer acuerdos aún antes de verbalizarlos. Es esta Magia que nos hace especiales a los ojos del "otro" y que a su vez distingue a ese"otro" ante nuestro corazón del resto de las personas.

¿Coincidencia?... ¿mera probabilidad y estadística aplicada? No lo sé... pero es un instante que compartimos con alguien más que lo hace único y muy privado e íntimo. Una experiencia que no podemos compartir así como así con el resto de los mortales... Magia.

Recuerdo con mucho cariño cuando mi esposa y yo soñamos de manera muy similar a nuestro hijo antes de que éste naciera. Y las ocasiones en las cuales, sin verbalizar, me convertía en cómplice de mis amigos para realizar alguna que otra tropelía. Esa comunicación implícita que no necesita más que una mirada, una evocación a la distancia, una caminata sincronizada, un gesto compartido, un mimetismo íntimo... Magia.

¿Todavía existe la Magia?

Creo que eso depende de cada uno de nosotros y las personas a las que consideremos especiales y que asímismo nos consideren a nosotros de esa forma.

¿De quién te acuerdas en este momento? ¿Estará pensando en tí? ¿Y si le llamas y le dices que lo evocabas? No importa que le hayas visto apenas esta mañana. Quizá en este momento esté pasando por lo mismo. ¿Por qué no invocar esa Magia?

¿Por qué no permitirnos crearla y diseminarla? Participar de ella. Estar en ella. Ser la Magia misma.

¿Todavía existe la Magia?

Yo creo que sí.

lunes, 5 de mayo de 2008

La Nata Cósmica

La mayor parte del tiempo suelo quejarme de que no pasa nada interesante en mi vida. Y en ocasiones me parece que quien escribe mi historia es un dios resentido que se divierte de manera por demás insana con lo que me sucede.

Me puse a sacar blogs de cuentos y de poesía con la esperanza de seguir cultivando esos talentos en mi... y honestamente no he podido hacer nada más de lo que ya hube escrito hace algunos años. Sólo me la he pasado con transcripciones de lo que hice algunos ayeres ha.

No es muy difícil que me baje la musa para que me ponga a mover los deditos y a escribir como loco para poder expresarme... el gran pedo en todo este rollo es que no me salen las cosas como quiero. Eso y mi gran dispersión con la maravilla tecnológica que es internet.

Me pongo a pensar en tal o cual trama, o me pongo a investigar para darle profundidad a los personajes, pero... oh desgracia... me encuentro con tal novedad en los comics o en los discos recomendados y comienzo a abrir páginas o a mirar videítos en youtube o a hacer una y mil babosadas que me desvían de mi meta inicial... y cuando me dispongo a retomar brecha... ahí me doy cuenta de que atrasé en la realización de algún trabajo o de plano ya me fastidié de estar frente al monitor.

Como muchas de las cosas en la vida con las que me quedé con ganas de hacer, (a veces por falta de decisión y muchas otras por falta de ganas, y otras más por pura y simple pendejez), voy dejando de lado mis historias y mis escritos, y termino recriminándome cada vez que veo que a alguien se le ha ocurrido algo semejante y si tuvo los tamaños de llevarlo a cabo. Ahí es cuando me doy cuenta de que mi propio sistema de autosabotaje se llama falta de disciplina.

Algún genio dijo en alguna ocasión: "la inventiva es 10% creatividad y 90% horas nalga". A mí la creatividad me sobra, pero a veces la tenacidad y la necedad suficiente para estar sobre un mismo asunto hasta verle fin es lo que me hace falta.
Y saberlo no es consuelo alguno. Porque sigo sin encontrar la fórmula para seguir empeñado en un mismo asunto sin dispersarme.

A este estado le llamo la Nata Cósmica. Es como un estado perenne de lelez (referente a un estado de permanencia lela) que le come a uno las ganas poco a poco hasta que lo sumerge en la más hedionda mediocridad. Y no, no me considero mediocre. Simplemente es que mi propia dispersión a veces me fastidia y me gustaría poder utilizar mejor mis "tiempos muertos" para poder encauzarlos en la continuidad de mi legado literario (¡ámonos con el término pomposo y mamonsón que se me acaba de ocurrir!).

Muchas veces nos quejamos de que nada sucede en nuestras vidas, pero es la Nata Cósmica la que nos invade como un cáncer... y mucha culpa es de nosotros mismos por querer permanecer sin hacer nada y sin hacer ningún esfuerzo.

En lo personal, eso me deriva en angustiosas noches en las cuales me debato entre la semivigilia y el sonambulismo. Obvio, termino molido, por no haber descansado ni madres y con la mente llena de imágenes revueltas y situaciones raras que me gustaría poder fotografiar en ese momento, pero como se trata de una jibación mental por ansiedad durante el sueño, pues ni madres de poder hacerlo.

Hasta ahora el único ejercicio mental semiliterario que he practicado ha sido el de hacerle arreglos a las canciones que le canto a mi bebé para arrullarlo... de esta manera saco arrullos infantiles a ritmo de Funky Town o de Molotov, eso sí, siempre haciendo patente mi amor de padre y la importancia que tiene mi hijo en mi vida.

Pero aún así no deja de ser uno parte de la Nata Cósmica.

Releo lo que llevo escrito en este post hasta este momento y me recuerdo a mí mismo la forma en la cual se hablaba de la Nada en la novela de la Historia sin Fin. Sin ofender al Maestro Ende para nada. Pero sí... sólo baste recordar los momentos en los cuales uno ha caído en las garras de esta ísima Nata y se la ha pasado contemplando la inmortalidad del cangrejo quejándose de que las oportunidades no se le dan a uno para poder realizar lo que uno quiera y... efectivamente es lo que estoy haciendo precisamente en este momento... caer en la Nata...

Y como ya estuvo bueno de estarse quejando a lo wey... mejor doy por cerrado este asunto del post a la Nata Cósmica y mejor me retiro a comer... ojalá y en el camino se me ocurran algunas buenas ideas a desarrollar y que no se me desperdicien por estar sumergido en... ¡oh si! adivinaron, en la Nata Cósmica.

Abur.

Analógico contra Digital

Desde hace casi 10 años me he dedicado a realizar videos y cortometrajes, y hasta hace 5 años lo he hecho a nivel profesional. Siempre motivado a cimentarme una base sólida que me lleve a cumplir mi sueño de ser cineasta.

Apenas, hace unos meses pude tocar una cámara de cine, operarla y rodar con ella algunas escenas de un cortometraje. Todo ello como colofón a un curso de fotografía para cine y video que acabo de tomar.

A pesar de que llevo años trabajando con cámaras de video analógicas (beta, VHS, super 8 y Hi 8) y digitales (mini DV), trabajar con cámara de cine (aunque sea de humildes 16mm) es una experiencia totalmente mágica.

El visor de la cámara de cine es muy analógico, incluso ambiguo y muy caprichoso, mirar por ahí puede llegar a ser una tortura y un completo acto de adivinación. En video tenemos la sensación de tener control sobre lo que se ve por la mirilla. Pero el video tiene un sabor artificial que satura el gusto y da el mismo resultado que la hamburguesa más elaborada y compleja del menú de Mac Donald´s: muchos ingredientes que no te dan ninguna satisfacción real.

La mirilla de la cámara de cine me remontaba a mis clases universitarias de fotografía en las cuales el profesor nos mostraba su museo personal de cámaras Pentax. El hecho de no poder confiarse de la inteligencia artificial del aparato para enfocar, obturar y determinar la cadencia de los acercamientos, nos da la verdadera responsabilidad sobre lo que capturará en el sustrato del filme.

Lo digital está muy bien para poder manipular la realidad y hacer una hiperrealidad de una misma vez u ocasión. Anteriormente a esta revolución digital de los medios, en la que cualquiera es capaz de hacer una grabación hasta con un teléfono celular, captar movimiento con una cámara de 8mm de cine casero tenía mucho encanto, y más ver esas películas amateurs proyectarse en alguna pared de la casa con la familia reunida. Quizá ese sea el verdadero sabor de lo analógico: que hay personas involucradas rozándose mutuamente en una especie de rito, cada vez más perdido, llamado convivencia. A través de la convivecia la gente se conoce, se desconoce, se engaña y se desmiente in situ. Uno puede mirar a los ojos del interlocutor, y sentir su presencia mientras se discute acaloradamente sobre un tema X, o bien se puede contar un chiste o hacer una broma que bien puede terminar en una sonora tormenta de carcajadas o bien, en un marasmo de abucheos. Todo en tiempo real, grabándose en el disco duro de nuestra memoria y de nuestro corazón.

Lo mismo se puede hacer desde la comodidad de mi computadora, puedo reunir a mis "amigos" en un chat o en una ventana de mensajero, mientras platico de literatura con uno, otro me cuenta cómo le ha ido con su nuevo amor de internet y una más me platica lo difícil que ha sido su día desde que ya casi nadie se desea los buenos días en la oficina. Al mismo tiempo que tengo estas charlas, puedo estar buscando algún video chistosón en you tube para entretenerme y descargar un libro de una librería virtual. Quizá en mi reunión virtual no tenga que preocuparme por lo que voy a ponerme, es más, ni siquiera se va a notar que he subido unos cuantos kilos de más, y lo que es más importante, en cualquier momento, me puedo desconectar de las conversaciones, alegando un fallo en la corriente eléctrica, mientras busco mi control remoto y busco ideas en los 150 canales de cable para poder tener una vida interesante y creativa con mi avatar de second life.

Analógico contra digital. Creo firmemente en que el punto medio entre estos dos es lo ideal. Quizá lo utópico. A veces ser un gran dotado en el mundo virtual implica ser un alienado social en el mundo de carne y hueso. A veces una condición no implica a la otra. A veces ambas se incluyen y ambas se cancelan.

En lo particular yo prefiero perder un par de horas buscando un libro en una librería... o llamar por teléfono a mis amigos, a pesar de la "cercanía" que nos brinda el chat... o mejor aún, prefiero convocar a mis amigos a ver películas en mi casa en lugar de compartirles el enlace para que las descarguen y las vean solos en la brillante pantalla de su ordenador.

Me gusta esta era con tanta tecnología a la mano. Los sueños pueden hacerse tangibles. Aunque sea de manera virtual (El que haya entendido la broma que se ría y si no. Pues no y ya).

Gracias a esta tecnología puedo hacerles llegar estas palabras. Sin necesidad de pasar por un filtro editorial que me publique y por el filtro comercial y competitivo de estar en el estante con otras miles de publicaciones.

Me gusta esta era actual porque me hace recordar lo más querido y anhelado de mis otras "epocas". Me permite conservarlo, reciclarlo y aplicarlo nuevamente. Sobretodo me permite disfrutarlo. Como expresarse a través de una cámara de cine y una cámara de video. De uno mismo depende qué sabor tenga el producto. A final de cuentas, es la simulación del ojo del que registra lo que se verá en pantalla. Y esa visión particular sólo cambiará de sustrato de filme a pixeles. Analógico contra digital.

Espero que el avance de la tecnología y las profecías que nos han dado los medios sobre el abuso de la misma (Matrix, Blade Runner, 2001 Odisea del espacio, Sunshine, Neuromante, Las Fundaciones y muchos más) nos ayuden a valorar nuestra verdadera condición de seres sociales y amables.

No me gustaría en ningún momento tener que decidir entre pastillas rojas o azules. O quizá llegar al punto tal que poseer una mascota viva y real sea signo de status social y de enfermedad social. Hay cosas analógicas (los seres vivos) que jamás podrán ser sustituidas por ninguna representación virtual de la realidad.

Es muy triste ver que cosas tan revolucionarias como las tecnologías que logran recrear la realidad sirvan exactamente para que la gente se evada de la que les tocó vivir. El hacerse adicto a esos mundos virtuales puede ser tan dañino al desarrollo social y mental de cada uno como el ser adicto a cualquier droga que nos sirva para evadirnos. Dado que el individuo se aliena. Se separa de su célula familiar. Se desprende de su círculo de amigos y se envuelve en una burbuja antisocial que le conecta con todo el mundo pero que no le permite relacionarse con él.

Yo adoro leer... y es através de la lectura que yo puedo acceder a mundos virtuales. Soy muy fan de la Ciencia Ficción. Y a través de ella puedo entrar a mundos donde lo que apenas pensamos posible es posible. Las lecturas de ciencia ficción son un mundo fantástico y muy excitante para mi. De la misma forma puedo expresarme del cine. O de las caricaturas. O de los cómics. Pero ello no implica que voy a dejar de convivir con la gente de carne y hueso para poder leer la última aventura del Hombre Araña. O voy a dejar de ir a trabajar por ver en DVD un maratón de caricaturas de cuando yo era niño. Y sin embargo... conozco sujetos que son capaces de no ir a su propia fiesta de cumpleaños por el simple hecho de estar planeando sus estrategia en el Age of Empires, o por estar jugando un partido en línea con su cajita X...

El hombre fue hecho para caminar y recorrer distancias. Tiene ojos para observar el mundo y comérselo en imágenes inolvidables que registrará y compartirá con otros seres humanos en la memoria. El hombre tiene brazos, manos e inteligencia para hacerse la vida más cómoda y placentera. Pero no para experimentar la vida por medio de palanquitas o josticks y teclados de computadora. Un atardecer en el mar como fondo de escritorio en la pantalla del ordenador no es sino una escena muerta. Si el que lo expone en su pantalla no fue el mismo que tomó la foto del atardecer en cuestión, porque quizá tenga muy bonitos colores, pero la memoria nos llevará de inmediato el bullicio de las olas del mar, la sensación del sol en nuestro cuerpo, el aroma de la arena mojada con el agua aslada, las olas tocando nuestros pies, las emociones que experimentamos al compartir ese atardecer con alguien más... y dudo mucho que exista programa por computadora que pueda recrear todo ello...

Vive... vive con más intensidad lo que la vida te ofrece segundo a segundo... a veces un viaje a la playa cuesta lo mismo que una consola de juegos que se descontinuará en seis meses... Y los recuerdos y las experiencias no se desgastan nunca...

Si me preguntan.... adoro la tecnología digital... me permite tener la información que de otra manera no podría tener nunca... o al menos me costaría bastante obtenerla... pero al final del día... lo que me llevo a la cama... es un humilde libro, o la sonrisa de mi esposa y la hermosa oportunidad de acariciar la cabecita de nuestro bebé... desde hace casi un año y medio que nos mudamos, decidí no tener computadoras o internet en casa... al final del día, doy gracias por haber tenido esa gran idea... porque no hay ni habrá simulador de realidad que pueda representar con plenitud la grandiosa experiencia de sentir un beso... ni información más importante que la de saberse amado... y eso sólo pasa en un mundo analógico y REAL.

Recuerda

A veces olvidas qué es lo que te hace sentir bien.

En algunas ocasiones te acostumbras tanto a tener que sortear problemas y situaciones engorrosas que dejas de lado aquello que te hace disfrutar el momento.

No sé qué procesos químicos se den en el cerebro... pero recuerda las primeras veces que veías a la chica que te gustaba en la escuela. Y las primeras que salieron juntos. Recuerda la sensación de ir las primeras veces a su casa... de cómo tratabas de visualizarte aprendiéndote el camino y con ella tomada de tu mano.

Ahora te tengo otra situación: recuerda la primera vez que te sentiste entre amigos. Cuando estuviste con otras personas que compartieron el momento contigo sin necesidad de que les demostraras otra cosa más que a tí mismo. Sin poses. Sin competencias. Sin envidias. Sin resentimientos.

Un buen amigo (al que sólo mencionaré como Sr. López) solía decir: "No cabe duda, la vida es dura... y hay que rifarse". Nada más cierto... el paso de los días, los despertares y las andanzas que tenemos a diario son de lo más abrumador y pernicioso que nos podamos encontrar... si nosotros mismos lo permitimos. No voy a escribir un rollo estilo "supérate a tí mismo", "sonríe y la fuerza estará contigo" o cosa parecida. Lo que si es muy cierto es que cada quien decide cóme le va en la feria... o al menos sabrá cómo pasársela ahí.

Las experiencias que comentaba al principio son ejemplos de cómo se la pasa uno bien en la vida, o en la feria... Son parte de nuestra zona de seguridad que nos hace sentir bien. Y quizá sea mucho más allá de estas experiencias... hay publicidad que nos empuja al consumismo diciéndonos que no hay nada mejor que el olor a nuevo... cosa muy cierta, eso es incuestionable, pero que de alguna manera nos genera un bienestar, al menos mientras conserva su cualidad de "nuevo".

Las eventualidades, los pormenores y los accidentes suceden a diario. La vida no está escrita y realmente muy poco de ella está bajo nuestro control. Pero eso mismo es lo que la hace atractiva para vivirla.

Hay quien dice que los viejos tiempos fueron mejores y viven el pasado recordándolos y sufriendo su presente por añorar lo que ya se fue. Esa, en mi opinión, no es la función de los recuerdos. Los recuerdos nos deben ayudar a buscar mejorar la sensación de bienestar que tuvimos alguna vez (la nueva novia, la camaradería juvenil, el olor a nuevo...), o a reafirmarnos ante nuestros propios ojos quiénes somos.

A veces un perfume, una canción, un sonido o una calle nos dispara un recuerdo. Nos transporta a un momento en específico que gozamos tanto, que el simple hecho de hacerlo nos hace sonreir. Eso es lo más genial que hay en recordar.

Creo que todas las sonrisas, besos y abrazos, y en general todas las buenas sensaciones que hemos experimentado en nuestra vida son lo que realmente es nuestro. En la mayoría de las veces, en esas experiencias participa alguien más. A veces no nos basta recordar solos, a veces es mejor convocar a nuestro viejo cómplice para rememorar juntos las viejas andanzas. Y quizás generar algunas nuevas... mejores e irrepetibles.

Una de las misiones que deberíamos de tener como seres humanos es generar experiencias y sensaciones placenteras con nuestro entorno y nuestros semejantes a diario. De esta manera, cuando la vida se ponga difícil, nuestro panorama será de cualquier color menos negro. Sin importar lo difícil del trance o la perversidad de la que somos objeto por parte de nuestro némesis en turno.

Vive para recordar y recuerda vivir cada momento de manera placentera. Ese es quizá una de las opciones para poder ser feliz en la vida.

Hay que mirar hacia atrás y considerar a las personas que nos hicieron felices, o al menos pasar un buen rato, en el pasado. Si están vivos, mejor que mejor. Entonces hay que darnos un tiempo para contactarlos y agradecerles el momento. Nuevamente, perdonen la obstinación, generando un momento digno de no pasar desapercibido. No hay que olvidar a los generadores de recuerdos felices más experimentados que tenemos: nuestros padres. Y nuestros hermanos... y nuestros parientes y amigos.

A veces cuando estamos atorados por la mañana en un embotellamiento, con el reloj volando los minutos y los metros estancados en los hules del automóvil (sin mencionar la falta de sentido común, gentileza y pericia de algunos conductores), es fácil que uno comience a experimentar fastidio, o cansancio, o ambos... en esos casos lo que hago es recordar una canción que me ponga de buenas y me pongo a cantar a todo pulmón. Por lo regular la rola que suelo berrear está anclada a algún recuerdo agradable, por lo que la experiencia se vuelve mucho más valiosa.

Actualmente lo que recuerdo constantemente es el hecho de que soy papá. Eso es lo suficientemente fuerte para mantenerme alegre y animado por el resto del día. Además la protagonista de la mayor parte de mis recuerdos felices vive actualmente conmigo y es la fabulosa madre de mi bebé: Mi esposa. Con ella he generado innumerables recuerdos inolvidables e irrepetibles, que a su vez originan nuevos recuerdos felices.

Es cierto, no todo es miel sobre hojuelas. Pero es más placentero conservar los bellos recuerdos que los malos.Tanto unos como los otros son experiencia y aprendizaje. No cabe duda que me he vuelto todo un hedonista.

Recuerda.

Vuelve a vivir tu momento más feliz y reexperiméntalo.

Recuerda.

Y nunca te olvidarás de tí mismo, ni quién eres.

Recuerda y vive.

En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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