sábado, 21 de junio de 2008

Éste nomás lo puse para ver qué sale...

El hecho de que no me salgan las cosas como las planeo, o como las quiero, no implica para nada que mi vida apeste. Aunque quizá algunes piensen que esta es una declaración propia de un pinche "luser" que no hace otra cosa que justificarse. Pos no. Ése no creo que sea mi caso... más bien creo que es otro de los subjects de lo que trata la vida. ¡A huevo que si!...


Ahora bien, usted estimad@ lector(a) se preguntará... "¿Por qué jijos está diciéndome esto, el wey este?"... o igual y ni siquiera se ha preguntado nada y tal vez piense... "¡Chale! Ya va a comenzar con sus densidades este chango"... sépase que ante cualquiera de las dos posiciones (y todas las que se les ocurra tomar) me vale madre lo que se piense. Pa' pronto.


La cuestión aquí es que por más que se antoja hacer tal o cual cosa (específicamente aplastarme en el sofá a ver un programa de TV o una película en DVD), el universo se mueve de tal manera que me toca pura de árabe, es decir, pos nomás me la Pérez Prado con música de Agustín Lara... porque si no es el momento cumbre de la novela donde el galán toscudo enseña las nalgas, es la noticia amarillenta de Adela Micha, o es el enésimo partido de fucho de la puticopa de la chingada, o bien a alguien se le ocurre escoger ese momento para participarme de una disertación sobre algo que me importa un reverendo pito, o bien, a alguien más se le ocurre que mi recién adquirida paternidad es un karma que me debe de abstraer de cualquier situación de solaz y esparcimiento... creo que si alguien ha leído de menos los últimos cinco posts que he puesto aquí se dará cuenta de que no llego a casa tras tener lo que sería precisamente una experiencia trascendental de meditación y regocijo espiritual... no señor... vengo de un ambiente laboral tenso, de pasar tres horas (mínimo) de mi vida en el tráfico, lidiando con cuanto granuja haya encontrado una licencia de manejo al final de una mano con billetes y un funcionario público corrupto, y otras tantas linduras que se van acumulando a lo largo de los días y de la semana.


Antes de proseguir quiero aclarar un punto: mi trabajo me encanta. La gente con la que trabajo (claro, tampoco todos)... no. Máxime si a estas personas les encanta pararse la nalga con lo que hago y no me corresponden de igual manera. Bueno, creo que de ese tema ya he escrito bastante.


El hecho es que poder ver algo en la tranquilidad del hogar se me ha vuelto una tarea imposible. Chingao, se supone que me debe de relajar y al contrario me resulta estresante por difícil de alcanzar. Vaya, en este momento que estoy escribiendo estas líneas hay un pendejo partido de México contra una selección de Belice que parece compuesta por despojos genéticos y eso me ha impedido ver una pinche película que me prestaron hace como un mes. Ayer me lo impidió mi perdida batalla ante el pendejésimo desnudo de Juan Reyes y el chingo de cansancio que me cargaba. El día anterior una lluvia de información sobre cómo se hacen unas monerías que en verdad no me interesan, y así sucesivamente.


Honestamente se me hace una gran injusticia que el simple hecho de querer ver algo para distraerme un poco se convierta en una tarea por demás imposible. Como dijera el maestro Fadanelli en un artículo que publicó hace meses: "Donde no existe justicia los seres humanos se vuelven lobos para sobrevivir, o viven temerosos"... o neuróticos y al borde de la histeria como en mi caso.


Por otro lado... creo que es algo bastante chido tener gente con la cual puedes convivir al llegar a casa. Vaya, por circunstancias especiales que no pienso ventilar, mi esposa, mi bebé y yo andamos pasando algunos días con mi familia de origen, así que tengo lo mejor de dos mundos a la mano: a mi esposa, a mi hijo y a mis padres, hermanos y abuelos. Mucha gente me espera cuando llego a casa, todos ellos me bombardean con preguntas de cómo me fué y de cómo estoy... siempre y cuando les responda en el comercial de la novela o en el medio tiempo del partido de fucho en turno.


Tal vez me sea una tarea imposible ver algo en la tele o en DVD... pero me llueven las atenciones y me procuran. Llego a repartir más besos que si fuera candidato a reina de belleza... es una emoción tal llegar a un lugar donde sabes que te esperan con gusto. Es padre tener esa sensación de que ya quieres llegar a ver a tu familia, de cargar a tu bebé y besar a tu esposa, de escuchar a tus abuelos quejarse de tus padres y viceversa. Pero nada se compara a mirar a tu padre jugar y hacerle monerías a tu hijo y trtarlo con tal cariño que hasta tus fibras más duras se enternezcan. O mirar a tu madre relacionarse con tu esposa como si fuera otra más de sus hijas, dándole consejos y conviviendo con ella de una manera afable y muy familiar. Y no se diga escuchar a tu esposa contarte al final del día lo bien que se sintió de salir a hacer las compras con tu hermana y que te haga saber que en ella ha encontrado a una amiga y no sólo a una mera cuñada.

Como dije al principio, el hecho de que las cosas no me salgan como las planeo o las espero, no implica que mi vida apeste. Es muy interesante esta nueva forma de poder relacionarme con mi familia, la de origen y la que estoy formando. Aunque tenga que darme a veces mis escapadas como en este momento, que quise terminar este post mientras ellos conviven un rato. No todo es aparentemente malo y como en algún lugar escuché: ten cuidado con lo que deseas, puedes correr el riesgo de que se te cumpla tu deseo. Y eso no siempre es tan bueno.

Honestamente agradezco el tener una familia que no me deja solo y que siempre está ahí. Gracias Dios, gracias vida por eso.

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En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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