jueves, 19 de junio de 2008

Catarsis ante una situación laboral precaria y por demás tortuosa y encomiadamente miserable

Hay un momento en la vida en el que estás a punto de reventar. Comienzas a sentirte insatisfecho con lo que has logrado, con lo que has obtenido y con lo que has hecho. Dejas de sentir las mismas ganas de llegar al trabajo, las quincenas llegan y lejos de provocarte regocijo, nada más te dan coraje de ver que tanta pinche sobada de lomo sirve para pura vil chingada. Tu aumento prometido desde hace más de 6 meses quedó atorado en alguna parte del sistema burocrático, de acuerdo a la versión oficial de tu directivo, cuando bien sabes que no ha salido por puro y simple capricho de tu superior inmediato. De Dios en la oficina... porque partirse la madre no es suficiente. Porque no te has alineado... porque no sirves para lamer el suelo que pisa y, al contrario del resto de sus esquiroles, por mostrar tu valía le has hecho quedar como el pendejo más grande que existe sobre la Tierra, aún sin tú ni él saberlo... hasta que alguien le hace una "lectura" externa...

Quieres seguir los caminos indicados por el protocolo institucional para pedir lo que consideras justo por tu esfuerzo, vaya no pides nada extraordinario, sólo algo que compense las centenares de horas extras que nunca te han pagado y el sacrificio de tu propia vida personal en pos de cumplir con tu deber en beneficio de la empresa... al menos quieres un poco de equilibrio económico que compense el hecho de que por estar echando los cuajos frente a la máquina, te estés perdiendo de un momento familiar, un rato de convivencia con tus amigos o tiempo de calidad con tu pareja y tus hijos... nop... la empresa requiere de tu sangre y siempre querrá más hasta que estés seco y alguien más joven, más pendejo y más dispuesto que tú llegue a desplazarte.

Ingenuamente, crees que haber estado encerrado en ese pinche sótano (sin ventanas y con un aire acondicionado que apesta a humedad y que sólo le está poniendo más en la madre a tus pulmones) te ha dado la experiencia suficiente para poderte desempeñar en otro lado. No pos no... sabes resolver situaciones con cero presupuesto... y sabes sacar la chamba con todos los pronósticos en contra... es más... te has hecho experto en sacar bomberazos sin ningún incentivo extra más que mantenerte en un sistema de trabajo que te he hecho creer que todos tus años de estudio y de preparación de nada sirven y que eres menos que cero. Que hay una larga fila de individuos que anhelan que te corran para poder tomar gustosamente tu puesto y con menos de la mitad de lo que te pagan actualmente. A eso llamo fomentar la sensación de pertenencia en la política interna de la empresa.

Lamentablemente no eres un caso aislado. Ni es la primera vez que te sientes así en un trabajo. Lo mejor es buscar un nuevo lugar en donde te puedas desarrollar. Eso si... siguiendo la máxima que dice: "busca trabajo cuando tengas trabajo".

Das un paso a la vez, primero comienzas a deshacerte de los apegos. Recuerda, te hacen el favor de asignarte un equipo y un lugar poara que te desempeñes en tus labores, así que no es tu escritorio, ni tu computadora, ni tu silla, ni nada de eso... es más... ni siquiera son tus ideas... cuando llegas te hacen firmar un contrato donde prácticamente les cedes los derechos de cualquier cosas que pienses o aportes al desarrollo o benficio del sistema de producción de la empresa. Viendo las cosas así de frías, puedes comenzar a despedirte poco a poco de todo eso.

Comienzas a renovarte poco a poco, no tan de putazo para que todo mundo lo note, pero vas comenzando a buscar un nuevo lugar o un a nueva oportunidad para desenvolverte mejor. Haces un balance de tus deudas y de tus posibles ingresos... vas haciendo un colchoncito, por si tu nuevo sitio de trabajo no es tan chido como lo suponías... el chiste es no limitarse ni quedarse estático...

Lo que si es muy importante es quitarse de lado la idea pendeja de que en tu trabajo van a valorarte en ausencia, es muy cagado hablar con excompañeros que te encaminan la charla para investigar si su ausencia ha provocado algún desaguisado en el ánimo del jefe o de los directivos (pinche iluso). Si te piensas ir de tu actual chamba, lo haces y ya. A la chingada todo lo demás. Nadie te va a extrañar, a nadie le va a importar si vives o mueres o qué demonios pase contigo mientras sus salarios lleguen a tiempo y completos. Quizá te extrañe la señora de los cafés o la de los dulces y los cigarros sueltos, por el ingreso que dejaste de representarle, pero nada más...

También es importante que consideres que a pesar de que te sientas fatal en tu actual chamba, no es nada recomendable hablar mal de ella en tu trabajos potenciales, el factor "patear el pesebre " es tan malo como hablarle mal de tus exparejas a tu actual pareja. Por muy pinche que te sientas en un lugar, más pinche te vas a ver despotricando ante tus potenciales patrones de los anteriores. Hacerlo así en un post como lo estoy haciendo, tal ves se lea ardilla, pero de menos te resulta terapéutico y te ayuda a no explotar. Además como dije anteriormente, no eres un caso aislado.

Lo que si se vale es replantearse en cuanto a objetivos. Y hacerse una autoevaluación que nos permita ser objetivos en cuanto a los alcances reales de nuestras habilidades y de nuestras gracias. Hay que evaluar nuestra propia calidad de trabajo y hacer un recuento: checar nuestras áreas de oportunidad y comenzar a pulirnos en ellas. El chiste no es salir como todo un mediocre de un trabajo infame a caer como un pendejo en otra chamba más o peor de infame que la anterior. Aquí la cuestión es progresar, no salir raspado en el cambio.

Sobretodo, y creo que lo más importante es salir con la cabeza en alto y por la puerta grande, tal y como llegamos. Que nuestra salida sea más digna que nuestra permanencia.

He dicho.

PD.
Espero que si alguno de mi superiores lee este post (que lo dudo, les valgo madres) tenga la madurez necesaria para saber que estoy haciendo uso de un derecho de libertad de expresión y que tome una posición madura y que no se vaya a arder con lo aquí expuesto. Y si deciden correrme, ya que se hicieron pendejos con lo de mi aumento, de menos que se vea un poco de buena voluntad en mi liquidación... ja, ja, ja, ja, ja... se vale soñar.

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En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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