miércoles, 4 de junio de 2008

Simplemente... disfrutar...

Esta semana que corre ha sido una semana muy especial para mi familia. Resulta que tras 5 años de servicio y tras cumplir con una incapacidad de dos semanas a causa de un accidente de trabajo, mi esposa fue despedida. Al principio, su reacción fue de sorpresa... aún no acaba de creer que con engaños le habían hecho ir al departamento de recursos humanos, en donde le ofrecieron un discurso políticamente amable y sin darle por escrito razón alguna, le extendieron su carta de renuncia voluntaria. Mi esposa se negó a firmar y dijo que quería hacer sus propias cuentas. Regresó a casa con el shock a cuestas y la confusión en su mirada. Holga comentar que mi esposa era muy apreciada por sus compañeros de trabajo, menos por sus jefes. Ella siempre tenía una sonrisa y una frase amable para todo aquél que se le acercara. Eso me incluía a mí. Esa es una de las razones por las cuales me enamoré de esta mujer: sin importar la circunstancia o lo precario de la situación, siempre hay que guardar una pequeña luz de alegría para iluminar el rostro. Al mal tiempo, buena cara, versaría el dicho popular.

Las siguientes 24 horas consistieron en una tormenta de consejos, deducciones, suposiciones, desilusiones, falsas esperanzas, indirectas, más confusiones, incertidumbres y connatos de llanto, pero no hubo tristeza en su rostro... mi esposa experimentó al final del día una sensación de alivio y de libertad, que al identificarla plenamente, le dió un poco de vergüenza aceptarla.

¿Ahora qué vamos a hacer? me preguntó por la noche mientras reuníamos algunos documentos para avalar sus cuentas y su situación laboral en caso de que existiera un conflicto cuando fuera a aclarar sus dudas. Mi respuesta fue muy sencilla: "ahora vas a disfrutar a nuestro pequeño hijo de casi 4 meses. Ahora vamos a disfrutar la posibilidad de estar con la tranquilidad de que no vas a dejar de verlo por largos períodos de tiempo. Y vamos a disfrutar nuestro tiempo juntos... Nada es fortuito, y cuando algo te deja es porque algo mejor está por venir. Vamos a disfrutar la planeación de la construcción de nuestro propio negocio. Y lo vamos a llevar a cabo...".

Miré en sus ojos ese brillo tan especial que me hace sentir tan seguro, y la abracé con todas mis fuerzas. "No te preocupes... somos esposos y te amo... en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza... además, tenemos a nuestro bebé y no vamos a enseñarle a que se amilane ante la contrariedad." Le dije antes de besarla y volverla a abrazar.

Y si hay algo que he aprendido de mi esposa ha sido eso: Disfrutar de la vida. Gracias a Dios estamos sanos los tres, nos amamos intensamente, nos comprendemos, nos complementamos, nos divertimos mucho y nos disfrutamos a cada momento.

Sé que este es un parteaguas en nuestra vida cotidiana, pues con ambos sueldos ahí la íbamos llevando; ahora con uno menos va a ser necesaria más creatividad para administrarlo. Pero no es el fin del mundo. Es un cambio y nada más. Sé que los cambios asustan... en el último año vaya que hemos sabido de cambios: el embarazo de mi esposa, el nacimiento de nuestro bebé, las mudanzas constantes y temporales, mi inesperado accidente de auto, su accidente laboral y ahora su despido. Pero también ha sido un año de aprendizajes y de lecciones importantes. Sabemos que al final del día contamos (a Dios gracias) con el apoyo de nuestras familias de origen, contamos con nosotros mismos y con nuestros talentos.

Tras asesorase con el organismo gubernamental para conflictos laborales, mi esposa tuvo al fin un panorama más claro y comprendió que, a pesar de lo súbito de su despido y sus dudosas condiciones de finiquito, hay un plan superior para cada uno de nosotros. Y un pleito legal sería desgastante y con pingües resultados. Así que, convencida de hacer lo correcto, firmó su liberación y cordialmente aceptó su pago.

Hay batallas que mejor se ganan sin desenvainar la espada, y sin violencia. Ésta fue una de ellas. En un ambiente laboral hostil e inseguro, con nulas opciones de crecimiento profesional y menos motivaciones para seguir adelante, mi esposa supo encontrarle gusto a su trabajo. Ahora está libre de eso y tiene un abanico de posibilidades de crecer fuera de ese ambiente, antes de ser contaminada. Se siente libre y feliz.

Y yo como su esposo quiero contribuir a que así siempre sea. Para que de hoy en adelante continuemos dedicándonos a no sólo vivir la vida... sino simplemente... disfrutar de ella...

Te amo Tania.

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En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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