miércoles, 4 de junio de 2008

Otra vez de actitud

De alguna manera, mucho de cómo nos va en esta feria que es la vida depende de cómo la tomemos y de la actitud que tengamos frente a ella, con todo y sus sorpresivos eventos. Está bien que a veces parezca que estamos en una mala racha, pero no creo posible que siempre estemos hasta la madre de lo que nos sucede. ¿En dónde queda nuestra inteligencia emocional o de menos lo que se llama madurez si ante el más mínimo evento que esté fuera de nuestro control estallamos como pinches bombas atómicas?... si... arrasando con todo y todos y cada vez enfureciéndonos más...

Creo que comienza a cagarme esta situación de tener que lidiar con la furia propia y la de los demás. No es posible que la gente vaya por la vida con tal grado de error en su propia convicción al estallar en furia cuando algo o alguien no realiza las cosas de acuerdo a como él o ella designen cómo hacerlo. Creo que es la manifestación más estúpida y primitiva que puede tener un ser humano. Peor aún si esa persona es la cabecera de una familia o está en un cargo de poder. Entonces se desata una pendeja tiranía basada en el terror que se siembre en los corazones de los demás.

Lamentablemente, como parte de la condición humana, el grueso de la población guardamos más los recuerdos malos que los buenos (creo que eso se da como parte de un primitivo mecanismo de memoria inconsciente que nos permite reconocer a posteriori un peligro potencial), y eso hace que cualquier montón de buenas obras que hagamos en nuestra vida sean borradas por un sólo acto violento o negativo que cometamos.

Eso es muy triste... en verdad que si... a veces nuestra propia pendeja ira no nos permite darnos cuenta que no sólo con el acto violento en sí, sino con una mera conducta sutilmente hostil, podemos herir la susceptibilidad de personas más sensibles que nosotros.

No es justo que eso suceda... porque la ira siembra miedo... el miedo genera rencor y el rencor no tarda en convertirse en odio...

La ira no gana amigos, sólo atrae aislamiento, encierro, soledad y más ira...

Y todo se puede evitar con un leve cambio de actitud...

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En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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