Es impresionante ver lo que hacen algunas personas que tienen la idea fija en algo. Y no sólo eso, tienen algo valioso que hace que cualquier talento, por mínimo que éste sea, se potencie hasta nieveles maravillosos: la disciplina.
No creo que sirva de mucho ser un virtuoso en lo que sea si no se cuenta con la disciplina necesaria para desarrollar la habilidad. La disciplina implica un sacrificio en post de un fin ulterior. Sin embargo es tan grande la oferta de placeres automáticos que nos ofrece la vida, al igual que la falta de compromiso con la causa propia, que para una mente dispersa como la mía es fácil distraerse y dejar todo a medias.
Disciplina. Bien lo decía el señor Edison, que el genio es 10% creatividad y 90% trabajo arduo, u horas nalga como yo le llamo.
Yo sé que está medio cabrón enseñarle trucos nuevos a un perro viejo. Pero creo que se puede hacer. Tendré que buscar un modo de disciplinarme para poder hacer todo lo que deseo hacer: terminar de escribir los libros de Hutush, armar un nuevo cortometraje y preparar el guión para el largometraje, producir los podcasts e iniciar la producción de nuevos demos musicales.
Últimamente he tenido una gran hambre de lectura, me gustaría no sólo estar acumulando libros cada dos meses y dejarlos a medias. O leerlos en episodios. Quiero recuperar mi viejo récord de estar leyendo al menos dos libros por mes. Me muero de ganas de poner a trabajar mi mente de nuevo. Quiero leer más y más, alimentar mi mente, ejercitarla y poner en práctica el nuevo conocimiento adquirido. Es como un estallido urgente que siento dentro de mí. Pero para ello necesito disciplina. ¡Oh primer escalón a la glorificación interna! Disciplina.
Orale pues.
No hay comentarios:
Publicar un comentario