miércoles, 30 de julio de 2008

No quiero ir

El otro día me comentaban en la oficina que habían visto un programa donde una persona puso una agencia que alquilaba personas que iban en representación de uno a eventos en los cuales no se estaba interesado en acudir y que, sin embargo, era imposible eludirlos. En lo personal eso a mí me parece como el plot de un cómic o de una película de verano.

Pero créanme, en este momento sería práctico hacer uso de sus servicios. Eso de tener en puerta un méndigo evento al cual no le veo el caso de acudir más que de servir de relleno en un salón de fiestas cucho en el cual no conoces a nadie y a los que conoces, la neta te importan un reverendo comino...

Lo mejor del asunto es que tu asistencia fue decidida sin que te encontraras siquiera de cuerpo presente. Carajo.

Está cabrón eso de estar haciendo vida social con personas ni siquiera te interesa saber si existen o no. A mí qué chingados... si en algo creo ser muy honesto es en hacer patente mi indiferencia hacia el resto de los seres humanos. No es que me hayn hecho algo, ni mucho menos, sólo es que no me importan. Punto. Eso incluye no tener el mínimo interés en asistir a sus eventos, de tal manera como yo respeto que no asistan a los que yo organizo.

Es parte de mi política de práctica de la discresión inversa y retribuitiva. Es decir, ni me meto en tus asuntos y tú respetas los míos. La mutua ignorancia redunda en una reconfortante existencia pacífica.

Acabo de pasar por un mes un poco pesado y lo último que quiero es poner mi mejor cara de "cómo esta usted" con un madral de desconocidos que, insisto me importan una reverenda madre. Peor aún, esta tarde, de postre, me he enterado que tengo otro evento en un punto alejado, muy alejado de mi hogar... de tal manera que si me punzaba el ombligo por asistir al evento de este fin de semana, al que sigue voy a estar mayormente jodido de ir a otro que me implica un esfuerzo y un desplazamiento mayor aún.

Sip, está de la chingada este asunto. Y es que de plano no sé por qué no se acepta plena y llanamente que no quiero asistir a ninguno. No por compromiso. No a huevo. Así ni los zapatos (me consta) entran. Lo peor del asunto es que en ambos eventos trabajo ese mismo día y al día siguiente, lo cual los hace un poco más odiosos para asistir.

Voy a buscar en internet. Igual y encuentro un sitio donde en lugar de mandar un sustituto, pueda mandar un holograma. O mejor aún. Una disculpa.

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En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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