martes, 5 de agosto de 2008

Lazos Familiares

Hace algunos posts atrás hablaba acerca de la tendencia que tenemos algunas personas a no estar conformes con nada de lo que tenemos o con lo que sucede a nuestro alrededor. Esto también se puede aplicar a la familia y a las relaciones interpersonales en general. En el caso particular de la familia, hablo de nuestra familia de origen (nuestros padres, hermanos, etc...), pues naces ahí, creces mientras eres un niño, y cuando llegas a la adolescencia y quieres comenzar a ver qué más hay tras las paredes de tu hogar, cuando quieres saber qué es eso a lo que llaman mundo para ver si te puedes comer un pedazo... es este delicado momento lo que determina un punto crucial en nuestro desarrollo presente y futuro con nuestra familia. Aquí es donde intervienen varios factores: la educación que han dado los padres hasta el momento, el criterio del adolescente y la (presencia o falta) de congruencia y coherencia entre lo sembrado y lo que se está cosechando.

He sabido de casos en los que el hij@ (pongamos este simbolito pasquín por aquello del género y no haya pedos de ninguna índole) quiere expresarse a través del arte o de la práctica de algún deporte o alguna otra actividad ñoña (entendiendo como ñoño cualquier actividad que no implique dar rienda suelta a sus apetitos más bajos, como estar de cola fácil o metiéndole con ahínco a algún tipo de sustancia, o teniendo una conducta autodestructiva o criminal) y resulta que a alguno de los padres no le parece bien que el hijo esté tanto tiempo fuera de casa, bajo su supervisión; o simplemente creen que los hijos son los sustitutos eternos del valet o la extensión del ejecutivo B ( B por las tortas, B por los chescos, corre B y díle) o del personal doméstico que auxilia en las labores propias del hogar (la chacha para acabar pronto). Todo ello en pos de crearle una conciencia de independencia y de cooperación dentro del círculo familiar. Como resultado de todo ello tenemos que hay padres que emulan de maravilla a Claudio Brook en el "Castillo de la Pureza" y tapian con piedra y lodo a los hijos hasta que estén preparados para enfrentar al mundo como se debe. Sí, ajá...

El grandísimo pedo con esta situación es que l@s chav@s toman dos vertientes de comportamiento principalmente: o se rebelan y se tratan de emancipar rompiendo todo contacto aparente con el núcleo familiar, o se conforman y ganan un gran miedo a enfrentarse al mundo exterior, al grado de que se mimetizan con la casa de sus padres. A pesar de estar en la plenitud de la edad madura, continúan comportándose como eternos niñat@s y su comportamiento infantiloide también refleja su gran temor a crecer y tomar pos sí mismos las riendas de su vida. Una tercera vertiente l@s orilla a buscar una familia ideal y sustituta en otro lado. A veces parecen encontrarla en sus amigos o en la familia de sus amigos. Incluso hasta se presentan los comentarios y las comparaciones que afectan y destantean a los mismos padres de familia. Lamentablemente, tras el deslumbramiento inicial... l@s chav@s se dan cuenta de que en todos lados se cuecen habas y terminan añorando aquello de lo que precisamente se quejaban. Como diría alguna campaña refresquera por allá de mediados de los 90: "Nadie puede negar su origen".

Bien dicen también por ahí, que detrás de una puerta hay todo un mundo, sin embargo, no es posible negar que el núcleo familiar ha evolucionado mucho en estos últimos años. Cada vez es menos probable encontrar la fórmula Mamá+Papá+Hijitos, actualmente son pocas las parejas que se mantienen juntas, sé que parece una mamada de mi parte asegurar esto, pero desde hace más de 20 años he conocido más parejas separadas que aquellas que continúan juntas. Y hablo desde los padres de mis amigos de la cuadra, de los compañeros de clase en la secundaria, prepa, universidad, del trabajo... y la lista es infinita... simplemente, haciendo un recuento, en mi vida de soltero salí con más chicas cuyos padres estaban divorciados o separados que con chicas que vivían con los dos padres. Y eso se reflejaba muy cabrón en la conducta de las chicas (y ese será motivo de un post futuro).

Ahora bien, los hábitos laborales han cambiado drásticamente y cada vez vemos menos convivencia familiar en pos de cumplir con un horario establecido o con las famosísimas horas extras, en pos de sacar adelante el progreso de la empresa. Las casas se están convirtiendo en dormitorios, donde a pesar de contar con la fórmula Mamá+Papá+Hijitos, éstos se ven cada día menos, cada quien anda en su propio pedo y a veces pueden pasar días sin que se "vean" o se dirijan la palabra siquiera. Peor aún... las familias se desintegran de un lado y buscan "resanarse" sustituyendo a los miembros ausentes con algunos otros. Por eso vemos familias "raras" donde viven los abuelos con los tíos o los primos y alguno de los padres en una revoltura muy rebuscada. Como decía hace unas líneas, en pos de cumplir con los horarios infames de hasta 12 o 14 horas diarias, son los tíos o los abuelos los que en realidad se encargan de la educación y atención de los hijos, mientras los padres se soban el lomo en el trabajo.

Hay otros casos en los que el padre o la madre parecen ser leyendas urbanas. Se les menciona, se les toma en cuenta, hay quienes afirman haberlos visto, pero realmente brillan por su ausencia. Lo más terrible de este asunto es que quizá el cónyuge presente sabe de esa ausencia y solit@ se tapa los ojos para que así nadie lo note también. Lo malo es que incluso los hijos hablan del ausente como si en verdad no hubieran pasado meses y lo acabaran de saludar en el desayuno. Es escalofriante. Créanme lo he visto y lo he vivido... aquí si aplica eso de que "todo depende del cristal con que se mira"... Ha de ser muy difícil, al menos para mí, vivir en una mentira así... Lamentablemente, usar una venda parecida para ocultar los defectos o lo que no se puede aceptar fácilemnte, se convierte en una práctica común como parte de la educación generada en ese seno familiar... Se repiten tantas veces la mentira hasta que termina siendo una verdad ineludible...

Por otro lado, hay familias en la fórmula Mamá+Papá+Hijitos que se vuelven tan herméticas, tan cerradas que a final de cuentas es imposible salir de ellas. Yo creo que ése es un caso muy común en México. Parte de ello puede explicar el porqué habemos tantos treintañeros y cuarentones que todavía no logramos despegar del todo de nuestra casa de origen. Eso y lo que comentaba de los padres que no dejan que sus hijos se desenvuelvan en aquello que les guste durante su adolescencia. Lamentablemente, no hay maldad en ninguna de las intenciones de los padres. Simplemente es un intento, muy frugal por cierto, de mantener a salvo a sus hijos y querer darles lo mejor, aunque eso signifique tenerlos sujetos bajo sus faldas o a la pata de la cama (figurativamente hablando). Aunque también están aquellos padres permisivos que no le dan una pauta de respeto a los hijos y, con tal de no tenerlos enchinchando, les permiten hacer prácticamente todo lo que les plazca.

Ser padre no es tarea fácil. Eso lo sé ahora que yo también lo soy. En ocasiones, mi esposa me ha planteado cómo le vamos a infundir tal o cual valor a nuestro hijo cuando crezca (actualmente tiene 6 meses ), y las polémicas que se hacen son buenas e interesantes, porque tanto mi esposa como yo representamos dos puntos de vista diferentes originados en dos educaciones familiares distintas. Aquí la cuestión es buscar los puntos comunes y tomar en pleno la responsabilidad que tenemos encima como cofundadores de nuestra propia célula familiar.

Las relaciones hacia alguna de nuestras respectivas familias de origen a veces se tornan tensas por lo mismo, cada uno de nosotros tenemos un background cultural distinto, y en ocasiones nos causa un shock cuando nos enfrentamos a una situación con la cual no estamos (precisamente) familiarizados. Me ha tocado escuchar comentarios de primera, segunda y, hasta, tercera mano donde se manifiestan tales diferencias, incluso yo mismo me he motivado a escribir este post debido a esas diferencias que menciono.

Yo creo que lo que sí es válido es respetar las diferencias. Así como manifestar el límite de permisividad hacia las mismas. Por ejemplo, quizá en una de las familias se acostumbra a hacer bromas a costa de todos, y si alguien externo no está acostumbrado a ello, creo prudente hacerlo patente desde un principio y respetarlo. Y si aún así hay quien no lo acepte, quizá se puede dar un conflicto, y ahí si nadie se salva de un buen mandón a la chingada.

Por otro lado, versa un dicho por ahí que "a donde fueres, haz lo que vieres", sin embargo, una conducta que quizá sea normal dentro de los miembros de una familia se aprecie extraña en una persona ajena a esa familia, en ocasiones necesitamos vernos reflejados en los demás para darnos cuenta de cómo actuamos y de cómo afectamos nuestro entorno con nuestra conducta. Eso también puede ser generador de conflicto en una relación interfamiliar.

Cuando vemos las noticias y nos enteramos de que hay conflicto bélico entre naciones en tal o cual lugar nos parece abominable y lo censuramos. Las relaciones interfamiliares son muy similares a las relaciones entre naciones. A veces la actitud más pendeja puede ocasionar un gran conflicto. Y a veces esa actitud más pendeja se resume a una mera y estúpida falta de respeto. Sé de alguien que no puede convivir con ciertos familiares de su novia porque en una ocasión estos familiares se pusieron a tomar en una fiesta y, una vez borrachos, agredieron físicamente al chico; éste como toda respuesta hizo un comentario donde manifestaba que no estaba dispuesto a tolerar ese tipo de situaciones y comenzó a despedirse educadamente de los presentes a la reunión y se marchó. Al día siguiente, la madre de la novia le exigió que fuera más tolerante con los invitados, dado que su conducta del día anterior había ofendido a los borrachines picapleitos. ¡Qué poca madre! ¿No? Ese detalle bastó para que cada vez que coincidían el chico y los "alegres" parientes, se desatara una campal donde el chavo siempre llevaba las de perder. En otra ocasión, al visitar a un recién nacido, unas tías de la orgullosa madre, sin tomar ninguna medida higiénica, comenzaron a manosear y a tomarle las manos y la cara al bebé, pasando por encima de las indicaciones del padre para que se lavasen las manos antes de estar con el niño. Simplemente, porque eran las tías favoritas de la madre y el padre era un pendejo advenedizo a la familia. Finalmente, una esposa se quejaba amargamente con su marido acerca del mal comportamiento de su cuñada hacia ella cuando estaban de visita en casa de los padres de él. Cuando el esposo hizo un comentario al respecto con su hermana y sus padres, la única respuesta que obtuvo fue que así era el carácter de la hermana y si no quería roces con ella o con su forma de ser que se abstuviera de visitarlos. O que se aguantara. ¡Menuda familia!

Las relaciones familiares, como toda relación humana , como toda relación social, nunca estará excenta de roces y conflictos. El hecho es que se debe llegar a un acuerdo de mutuo respeto y se debe hacer un acto de contricción para hallar en nuestro interior la tolerancia necesaria para no explotar ante las conductas que nos pareezcan adversas o abominables. O de plano muy, pero muy pendejas.

De alguna manera, la familia de origen, chueca o derecha, no se elige (aunque por ahí habrá algunos mentecatos paranormales y santones que me refutarán ese argumento diciendo que desde el cielo uno elige a sus padres), y como dije en alguno otro post, lo único que podemos elegir y de lo cual nos podemos hacer responsables, es de la pareja que elegimos para fundar nuestra propia familia.

Sólo nos queda hacer de nuestra propia familia (la que fundamos con nuestro matrimonio, eso si llegamos a casarnos, porque hay quien "funda" familias sin compromiso, nomás se arrejuntan y, a pesar de los hijos, cuando se cansan, se mandan a la chingada y sanseacabó) lo que nosotros valoramos de la que provenimos y mejorar en la nuestra las carencias que creemos arrastrar de esa misma familia de origen.

A final de cuentas, sí creo que la familia es una célula importante de la sociedad, y que aquéllos que nos aventamos este paquete de ser padres tenemos la plena responsabilidad de criar futuros ciudadanos con bases en valores que ayuden a preservar la especie y su entorno. Creo que, como padre, tengo la obligación de vencer mis propios vicios para dar un buen ejemplo a mis hijos para poder educarlos de manera congruente a mis acciones y no hacerlo ala vieja usanza de "haz lo que te digo, no lo que yo hago". Creo que hay que ejercer una educación con honor y valores fuertes. Creo que hay que dejar que nuestros hijos exploten sus talentos desde pequeños y no ser "padres castrantes" que a todo le digamos que NO, o padres barcos que, con tal de no tener conflictos, a todo le digamos que SI.

Si ser parte de una familia (ahora de dos, sino es que tres) ha sido difícil, creo que el boletote es más cabrón cuando se es fundador de una.

Y como dijera Manolo Fábregas en los 80 y 90: ¡Viva la familia!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena tu reflexion sobre la familia. Muchos en estos tiempos pasamos por lo mismo, y se vuelve más crítico cuando uno se vuelve padre.
Un saludo, y por cierto, gracias por la inclusión en el blogroll. G.

patricio.betteo dijo...

Hombre azul: la vieja gorda me invita a volver y platicar largamente con ella.
Suertudo momento el haberla conocido.

Saludos desde la vacía capital de la creatividad...

PB

En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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