lunes, 21 de julio de 2008

La eterna otredad añorada

Hay personas a las que jamás se les da gusto en nada. Siempre buscan algo nuevo en qué entretenerse, o un nuevo reto qué alcanzar, o una nueva conquista, o algo más... siempre en busca de algo más... o alguien más... tal pareciera que no pueden quedarse conformes con lo que han alcanzado... Y no... no estoy haciendo un llamado a la mediocridad o al estancamiento, sino más bien hablo de la eterna insatisfacción y ambición que algunas personas padecen... los llamados espíritus libres o almas inquietas que están siempre añorando algo.

En alguna ocasión hablé acerca de la preferencia por las historias de amores imposibles, e inalcanzables... mi discurso va más por esa vía que por la búsqueda de la mediocridad.

Es esa insatisfacción la que nos hace aburrirnos de lo que tenemos, lo que no nos permite disfrutar lo que alcanzamos... ya sea un estado de ánimo o uno material... siempre se busca más, la saturación inmediata de lo que logramos nos impide disfrutar de nuestros éxitos, de nuestros logros y alcances y siempre quedamos rumiando en pos de algo más.

Algo más.

Alguien más.

Nunca es suficiente. Nada es suficiente.

Carajo...

A veces sólo es la ambición por poseer lo nuevo, por experimentar la efímera sensación de novedad, de estar a la moda, de seguir la imagen de lo que se nos vende como determinantes de la definición de nuestra condición de individuos, lo más in, lo más advance, la mejor opción, la más nueva...

Eso se aplica también a las personas: la mejor vieja, el wey con más varo, la más cachonda, el más carita, el más seguro, la más independiente, la femme fatale, el latin lover, la chica de los hermosos ojos tristes y la expresión ambigua a la que dan ganas de cuidar, el wey que te haga sentir más querida y más segura, el mejor proveedor, el de mejor cuerpo; y si así cuida sus carro y sus cosas, ¿te imaginas cómo me va a cuidar a mí?... ya no lo soporto, es un encimoso que a todas horas me quiere babear y manosear, pero qué rico abraza, la más indicada para ser la madre de mis hijos, porque fue educada en una escuela de señoritas "nais" (y bien putotas cuando papá y mamá no las ven), quesque esa cahvita está bien rica y sabe lo que quiere, me va a impulsar a hacer lo que mi pinche desidia no me deja, quesque ese wey tiene los medios para ayudarme a lograr mis objetivos, y una vez alcanzados lo mando a la chingada, al fin y al cabo que por eso le pago con cuerpomático, ¿pos qué se cree el muy pendejo? ¿que siempre va a estar moviéndome el clítoris como frenético creyendo que me está llevando al orgasmo?, el muy wey sólo me deja puras irritaciones de cola y con ganas de tener una verdadera cogida; pinche vieja, sólo quiere pasársela chupando mastuerzo y ni siquiera se lava la boca, cree que por las movidas insípidas de cola que me da estoy obligado a soportar las chingaderas de su familita o sus pinches cambios de humor cuando no le salen las cosas como quiere, como que ya es demasiado conflicto y mejor me busco otra cola, como que ya se pasó de gandúl este culerín y mejor me busco al verdadero príncipe azul para el que me estoy preparando; mejor dejo de andar buscando placer y busco a la verdadera, ¿y si mejor le doy vuelo a la hilacha nomás otro ratito?, entrados a los "tas" ya me comenzaré a preocupar por dejar estela...

El hecho es que nunca pasa ni una ni otra, porque nadie es suficiente para cumplir con el canon que solitos se imponen. A veces el síndrome del doctor Frankenstein se permea en la conducta sexual y social de las personas: Que tenga la buena vibra de ése, la lana de aquél otro, la fogocidad de ese mero y la ternura de fulano y la , y la, y la... o como bien versa alguna creencia popular de que los hombres encuentran a la mujer ideal cuando es una dama en la mesa y una puta en la cama... o mejor hacerle caso a la sabiduría rocanrolera que versaba en la rola de los hermanos Carrión (posteriormente cubiatizada y batiinterpretada por la H. H. Botellita de Jerez : "Cuando apenas era un jovencito, mi mamá me decía mira hijito, si es que amor tratas de encontrar... no la busques hijo muy bonita porque al pasar el tiempo se le quita, busca amor, nada más que amor..."

Pero en ocasiones parece que entre más se busca, menos se encuentra, es una de esas leyes murphianas pendejas que la vida se empeña en aplicarnos una y otra vez. El hecho es que algunas personas parecen haber encontrado a esa otra mitad que tanta falta pareciera hacerles, y dada la falta de conocimiento interno, se encandilan con lo primero que les hace caso. O quizá hay personas tan lastimadas que a la primer caricia sueltan la dentellada, Yo creo que cada quien hablará de cómo le fue en la feria en este aspecto. Lo cierto es que a final de cuentas nadie queda conforme del todo.

Hace poco me enteré de alguien que a los pocos meses de casado le puso el cuerno a la esposa. Y sé de buena fuente de muchas relaciones que, previendo ese molesto trámite que podría representar un juicio de divorcio, se ahorran la boda y basan su amor ante el mundo en la idea de un amor libre y sin compromiso.

Yo creo que para hablar de verdaero amor, hay que involucrar no sólo las cuestiones de enamoramiento y de asuntos pasionales, a huevo que influyen mucho la convivencia diaria, las costumbres, el bagaje cultural y educativo de cada uno... bien se dice por ahí en alguna teoría piscológica que en cuestión de amor son 6 los que se van a la cama (Ella, él, y sus respectivos padres). Creo que esto es en alusión a las condiciones familiares que ayudaron a forjar el carácter de cada uno. En nuestras culturas latinoamericanas, está muy arraigado el modelo machista en el cual el hombre trata a la mujer como su sirviente y esclava. La mujer vive y se desvive por su macho.

Me ha tocado conocer mujeres otoñales totalmente emancipadas de esta situación machista con respecto al marido (perdónenme señoras pero la mayoría de ustedes son unas grandísimas pendejas al creer que al marido se le acabaron los humos machistas, si el marido no está en la casa regularmente para someterlas, es porque se buscó a alguien "mejor" que ustedes, no mamen por favor, abran los ojos) pero con respecto a los hijos, casi, casi se ponen como zaleas para que los pinches baquetones pasen por encima de ellas. Ojo: los machistas no nacen, las mujercitas los hacen.

Por otro lado, tenemos a las cabronas, es decir a las putas con actitud de machorrones que creen que por tratar con desprecio a los hombres y por ser unas verdaderas hijas de la chingada para lograr sus mezquinos objetivos en la vida, van a encontrar a alguien que haga las veces de príncipe azul en su insulsa vida. Ok. Vayamos por partes, si una mujer se pone a echar desmadre como si fuera hombre y se pone super peda con los hombres y se da el lujo de jugar con los hombres y aparte busca a un hombre que la sepa hacer feliz, pos está totalmente pendeja. Niñitas, por muy femeninas que sean o se vean... por muy rico que les huela, o por muy buenas que estén, si se comportan como hombres, van a ser tratadas como hombres... por mucha vagina que tengan. Están destinadas a ser las mejores amigas de cualquier cabrón licencioso. Porque además de poder estar en el eterno merequetengue, tienen el plus de ser una cobijita para las noches frías. Y así se les va a ir la vida, cuando se den cuenta de que sus actuales pedas han sido con personas que hace 10 años estaban en la primaria en lugar de la prepa, se van a dar cuenta de que su "experiencia" se está convirtiendo en chochez. Por otro lado... los príncipes (azules, morados, verdes o del color que más les mole) están acostumbrados a que les sirvan y a pasar la vida entre cortesanas. Así que ahí se los dejo de tarea.

Es lógico, si uno mismo no se aguanta, está bien cabrón encontrar a alguien que lo haga por nosotros. Ni nuestros cuates, ni nuestras viejas, ni nuestras familias, ni las adicciones o los excesos nos van a cubrir las cosas que no soportamos de nosotros mismos. Yo creo que cuando estamos en ese estado de que no sabemos ni de qué lado pega el diurex o que ni nosotros mismos nos aguantamos al grado que no soportamos ni vernos en el espejo, es tiempo de hacer un acto de contricción con nosotros mismos o con el Dios al que ustedes más confianza le tengan. El origen de ese malestar radica en que quizá no estamos muy de acuerdo con el estilo de vida que llevamos... y seamos relistas no se trata de tener una pinche vida de potentado estilo dueño de Playboy o rockstar... se trata de que estemos en paz con nosotros mismos para estar en paz con el mundo. De vencer nuestros propios límites para lograr esas pequeñas cosas que le dan un valor extra a nuestras vidas: pongan ustedes una lista de lo que crean que pueden hacer para hacer más llevadera su vida, si no pueden nombrar una sola, pos la neta estás del pinche nabo.

A veces es necesario hacer limpieza desde adentro. Es bien sabido que no se le puede ayudar a nadie que no quiere ser ayudado. Así que no se vale volver a dejar en las manos de otros nuestro propio bienestar. De hecho ése es el meollo de la insatisfacción que muchos padecemos: dejamos descansar en otras personas la responsabilidad de nuestra propia vida. Una cosa es dejarse apapachar ocasionalmente por los demás y otra muy distinta creer que el sol sale en función de nuestros deseos y requerimientos.

Para recibir, hay que dar. Y hay ocasiones en las cuales no recibes del mismo lugar donde diste. La vida es tan cagada que a veces las perosnas de quien más recibes en la vida son las personas a las que jamás has podido darles nada. Porque no lo necesitan. O quizá porque no has podido descifrar que con dar un gracias en retribución basta.

Hermann Hesse tiene una historia acerca de un mago que llegó a un pueblo y que regaló dones a la gente, una mujer pidió para su hijo que lo amara toda la gente, toda su vida. Al correr de los años el niño se convirtió en una persona caprichosa e infeliz por no tener la satisfacción de apreciar realmente todo lo que tenía porque por el amor que le tenía el mundo, todo lo recibía sin esfuerzo. Al final, el chico encuentra al mago y le solicita que le quite el don que su madre pidiera para él. Yo creo que es como una ley básica de compensación fática: se aprecia lo que más cuesta obtener. Y a veces para hacerlo, hay que tener claridad sobre lo que se quiere obtener, o lo que no se quiere lograr. Eso incluye saber escoger a la persona ideal con la cual queremos compartir el resto de nuestras vidas.

La cuestión es que una vez aceptándonos a nosotros mismos con todos nuestros vicios y virtudes, y con la convicción de hacer algo para que los segundos no sobrepasen a las segundas, será más fácil para nosotros aceptar que no existe la pareja perfecta, pero sí la que más se acerque a ello.

Nosotros no elegimos la familia en la cual vamos a nacer, no escogemos a nuestros padres, hermanos o hijos (bueno, a menos de que seas Brangelina y ni tanto...) sólo podemos escoger a la pareja que nos va a acompañar en la fundación de nuestra familia. Por lo que creo que no se vale que una vez teniendo a tu pareja, se esté por otro lado suspirando por otra persona ausente. O presente de más. Creo que se vale tener una fantasía, es evidente que comos seres sexuados tenemos la condición de ejercer esa sexualidad en donde se pueda. Y más que un tema moralino, es cuestión de sentido común y de respeto a uno mismo. Aquellos que creen que las personas son como helados (hoy me gusta fresa, mañana de pistache, pasado napolitano, ahora chocolate...) a final de cuentas terminan asqueados y con el gusto confundido.

Y... pos creo que hasta aqui. Que les sea leve.

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En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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