martes, 9 de diciembre de 2008

Give me shelter

En ocasiones, uno llega a estar tan abatido y a sentirse rebasado por los sucesos cotidianos que si no se tienen bien sujetos los huevos, lo más seguro es que se busque un buen agujero en dónde meter la cabeza. Con el avance de las tecnologías, esta situación (la de emular a un avestruz) se vuelve más recurrente, dado que hay mayor cantidad de distractores o "refugios" a la mano: televisión por cable, internet, jueguitos de celular y otras linduras nos ofrecen ese espacio cómodo para nuestra mente amén de mantenernos ocupados "sin pensar" en lo que nos está jodiendo la existencia realmente.

Toda mi vida he sido muy disperso, me aburro fácilmente de las situaciones, de las cosas y de las personas, y cuando de plano algo no me interesa hasta mis sentidos se desconectan. Puedo estar en algún lado o situación sin "estar" realmente ahí. He tenido charlas telefónicas en las cuales sólo afirmo con diversas frases aleatoriamente sin tener ni la más remota idea de lo que me están hablando. Incluso, he llegado a tener la pasmosa experiencia de tener un diálogo con adultos o animales al mejor estilo de Charlie Brown (si le pican a la liga chequen muy bien del minuto 04:41 al 04:47 para que vean el diálogo con la maestra y sepan de lo que estoy hablando). Me ha pasado que hasta dejo de "ver"... de percibir, simplemente me jibo y me voy en espíritu... aunque me quede de puerco presente. De hecho, he notado un creciente desinterés por muchas cosas que me rodean actualmente y recientemente.

Y también mucho desencanto. La sensación no es nueva, de hecho ha ido y venido a mi vida desde siempre. Es una sensación muy familiar… como si estuvieras hora y media de tu vida mirando una película, algo te distrajera y al voltear de nuevo a la pantalla, te das cuenta de que ya no entiendes un carajo de la trama y de plano pierdes el interés por esforzarte para comprenderla. Te enfadas, te frustras… te sientes fuera de ti y te da lo mismo lo que ocurra en pantalla… o fuera de ella.

Decía un amigo, al que denominaremos Sr. López (q.e.p.d.), que “ante el desencanto, el desenfreno”. Pero siendo una persona que va por la vida promulgando la coherencia y la congruencia de los actos con la propia manera de pensar y el asumir la consecuencia de los mismos con la misma altivez que se les comete… pues resulta que soy un patético jodido de mierda que se lo piensa varias veces antes de hacer algo virtualmente espontáneo. Máxime que cualquier jodida consecuencia de cualquier pendejada que llegue a cometer va a tener repercusiones no sólo en mi persona, sino en los seres que dependen de la ecuanimidad de mis acciones: mi esposa y mi hijo. Hace algunos años, una buena amiga mía, que es psicóloga me decía que tengo muy desarrollado el super yo, lo cual hasta este momento me ha parecido una reverenda superchupada, dado que mi percepción del deber ser sobrepasa cualquier concepto que tenga del “querer ser” (ja, ja, ja… esa sí es una mamada). Así, pues vale para pura madre el jodido asunto.

El hecho es que cuando algo me está causando conflicto comienzo a buscar un escape, un refugio, ese “lugar feliz” donde queremos (y podemos) estar cómodos y muy a gusto: eso puede ser estar buscando información inútil en la red, como en la wikipedia, o en los blog que recomiendo y frecuento, o buscando en algunas ocasiones nueva música para escuchar, perdido en miles de "maispeises", o viendo putimil videítos cajetos en "yiutub", pero por lo regular me la paso checando comics electrónicos y buscando libros en línea para seguir leyendo. Y resulta que me pierdo... cuando me doy cuenta se me fué el tiempo... se acerca el deadline de entrega de lo que tengo que hacer y el estrés aumenta. El desencanto se incrementa y el bloqueo mental inicia. Es decir, yo mismo me provoco un caos increíble a mí mismo. Y es que a pesar de hacer lo que me gusta, sigo sin recibir a cambio, el pago justo por mis servicios. Es muy cagado, cada vez me hacen saber en la empresa que necesitan más cosas de las que sé hacer (videos, animaciones) y usan mi trabajo para pararse la nalga en otro lado ante sus superiores correspondientes, pero cuando les hablo de pagos justos de horas extras o de incrementos de sueldo (desde hace dos años nomás me están meneando el dedo en la boca) pos se hacen pendejos y hasta me amenazan de que con esta crisis, le dé gracias al altísimo por tener trabajo, y que antes de hacer una pendejada, que piense en mi familia y que si así está cabrón mantenerla, pues que sin trabajo está mucho más cabrón hacerlo. Ante este panorama, cualquiera se pone apático. Creo yo.

Lo más cagado es que me he puesto a buscarle y por lo mismo que hago aqui, e incluso hasta por más actividades de las que hago actualmente, me quieren pagar la mitad de lo que recibo actualmente, sin ningún beneficio extra. Es en esos momentos cuando veo el anuncio de las estrellas televisas diciéndome que no hay por qué temer a la crisis y hay que seguir partiéndose la madre para salir adelante y me dan ganas de mandarles a chingar a su madre. A ellos y a mis superiores.

Recuerdo que antes de que se masificaran los medios electrónicos, mi lugar feliz era un cuaderno y un lápiz o pluma, y horas y horas de estar escribiendo notas, poemas, ideas, cuentos y hasta novelitas. O bien, ñoñamente, perderme en las bibliotecas buscando información inútil que me sirviera de marco referencial para cualquier otra idea pendeja que se me ocurriera. O bien, bocetar, bocetar y dibujar.

Actualmente, es más fácil consumir y consumir información que generarla. Internet es un gran refugio... vasto y enorme. Un gran lugar para perderse por horas... y horas... y horas...

PD.
Honestamente ofrezco una disculpa para el lector que haya venido a parar aqui. Sé que es una hueva de post este, y que me haya tardado aproximadamente un mes en escribir tales babosadas. C'est la vie.

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En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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