domingo, 12 de diciembre de 2010

Temporada 37

La vida es tan sabia como contundente. Siempre procura no dejar espacios vacíos. Aparentemente nos quita cosas, pero en realidad nos las sustituye con otras que nos harán evolucionar. No nos permite llevar más lastres de los que somos capaces de llevar a cuestas. La vida es sabia... de eso no hay duda. Aunque a veces se pasa de... contundente.

Es muy difícil de aceptar el hecho de que las cosas salgan como uno mismo las pide. No pienso ahondar en ese tema por ahora, porque no quiero ser malinterpretado, pero dejémoslo en que, a veces, lo que quita la vida no es otra cosa que la mugre en nuestra ventana que no nos permitía admirar el paisaje completo.

Nunca estamos satisfechos y siempre pedimos más. Vivimos en un mundo en el que, continuamente, se nos exige más y más. Un mundo donde el estar contentos con lo que se tiene es un gran pecado, sinónimo de mediocridad y estancamiento. Donde la plenitud alcanzada y la satisfacción son síntomas de conformismo.

Estamos acostumbrados a pasar de moda en moda a cada instante. A ser tan fatuos como los suspiros expelidos en nuestra juventud por aquellos momentos que sólo vivimos en nuestra cabeza. Eso me recordó una frase de Joaquín Sabina: "No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió". A veces voy caminando por la calle y miro el entorno lleno de personas aisladas de los demás gracias a sus audífonos conectados a sus aipods y aifons y celulares con blututs y me pregunto "¿cómo demonios sobrevivimos a nuestros años mozos sin celulares, ni internet?". Yo creo que la respuesta a eso es: la amistad.

Gracias a la amistad, al interés por los demás y al teléfono, podíamos estar perfectamente al pendiente de nuestros allegados, quizá no con la inmediatez que nos caracteriza en estos tiempos, pero sí había mayor cercanía física. La distancia entre las personas era un obstáculo romántico que se podía diluir o fortalecer con el tiempo. Ahora la distancia es sólo un factor para probar nuestros nuevos gadllets y nuestra conexión de internet. Todo a cambio de mantener la distancia entre las almas, los corazones, la camaradería.

No me quejo de lo comunicados que estamos gracias al desarrollo de la tecnología. Quizá me queje del ritmo de vida que cada vez nos da menos tiempo para poder estar en contacto con las personas que se relacionan con nosotros. Con los actuales o viejos amigos, los actuales o viejos compañeros de aventuras... yo creo que para suplir esa necesidad de estar en contacto surgieron las redes sociales como el jaifaiv y el feisbuk, entre otras. Y gracias a esas redes sociales, uno puede mantenerse en contacto con las personas que conoce (y hasta con aquellas que no conoce) físicamente para suplir la falta de tiempo de poder atenderlas en la vida real.

Nuevamente, la vida no deja espacios vacíos, ni aún en las circunstancias sociales. Como dijeran pomposamente los gringos: Ningún hombre es una isla. Yo creo, muy a mi pesar, que tienen razón.

Últimamente, me he encontrado a muchas personas que en algún punto de mi vida compartieron conmigo momentos y situaciones, algunas de amistad, otras circunstanciales, pero el hecho es que las he vuelto a ver, tanto en la vida real como en las redes sociales. Las que más me han impresionado han sido aquellas personas que me he encontrado en la vida real. Me ha dado gusto encontrarlas. No sé si sea la edad, la vejentud, la añoranza, la nostalgia, pero me da gusto recordarles al verles y ser recordado por ellos.

De inmediato, el jardisk del cerebro acude a esos recuerdos que se compartieron y comienza la remembranza. Este inicio de temporada 37 es como un rebut a muchas cosas que había estado dejando atrás. Realmente es un renacimiento y me gusta. Las cosas particulares se están reacomodando, luego de haber pasado por dos años muy pesados de transición.

Creo que lo importante de los recuerdos no es nada más almacenarlos y ya. La importancia de cada uno de ellos es que contribuye a forjarnos como las personas que somos ahora. Creo que los recuerdos son la materia que debemos fabricar con más ahínco con las personas que conocemos día con día. Esforzarnos por hacer más y más recuerdos con los viejos conocidos, retroalimentarnos de las experiencias mutuas y hacer unas nuevas.

Este será uno de los propósitos de esta nuevo ciclo en mi vida: hacer nuevos recuerdos. Recuerdos rilouded. Hay mucho qué conocer, mucho qué intercambiar, mucho qué aprender y encerrado en cuatro paredes no lo vamos a lograr. Trascender las redes sociales de la virtualidad para fortalecer las redes sociales de la humanidad. Nuestra humanidad.

No olvido que la red social más importante es la que vive bajo mi techo: mi esposa y mi hijo, y de ahí nuestra familia más cercana, parientes y amigos. Esa es la red social que mejor me propongo alimentar y fomentar.

Así es como comenzamos esta temporada 37. Y pinta que se pondrá mejor que nunca.

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En las fauces de una fiera llamada vida...

La vida es una vieja gorda que juega damas chinas con la muerte, bebe cocteles exóticos y deja que la muerte le meta la mano debajo del vestido. No es lisonjera ni condescendiente, se burla de nosotros y nos rige bajo las leyes de un tal Murphy.

En fin, ésta pretende ser la crónica del deambular de un ente por los rollos de grasa de la gran vieja gorda. A veces con paseos por sus fauces amén de ser masticados como carne corriosa y deglutidos como un bocado suculento... Con tal de no terminar siendo parte de sus flatulencias musicales...

Sean bienvenidos a este bufete, donde todos compartimos lugar en la mesa, sin que necesariamente estemos sentados a disfrutar de él...

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