El pasado 5 de febrero estaba en mi cubil arreglando un pedo increíble que se les había atorado a los de la chamba y, al terminar de ponerme de acuerdo con el jefe de mantenimiento, fui por un café. Honestamente, a pesar de haber sido una semana corta, ésa semana en particular me resultó muy pesada, dado que me había pasado trabajando hasta muy tarde en asuntos pendientes que quería terminar precisamente para ese jueves. Particularmente, porque ese fin de semana fue la fiesta del primer cumpleaños de mi hijo y aún había algunos detalles que afinar. El hecho es que, tras averiguar mis tareas particulares de los días jueves, asignadas por la subjefa de mi departamento (la cual parece una de esas madres tiranas que si te ven fuera de tu lugar, enseguida te buscan una ocupación para que no tengas malos pensamientos), me dirigí a mi lugar para ejecutarlas... incluso me topé con la verdadera jefa del lugar, la cual me esquivó el saludo de una manera por demás mamona... no me importó mucho, honestamente hacía ya un par de años que no me importaba realmente nada lo que esta mujer pensara, hiciera o se comportara para conmigo. No después de tantas faltas de respeto y falsas promesas y pendejadas por el estilo. Pero ese día me tuvo que importar lo que pensaba y hacía con respecto a mí. Oh, vaya que si...
Acababan de llegar algunos equipos nuevos a la empresa y los habían dejado en mi área de trabajo provisionalmente. El encargado de los asuntos internos de administración y mantenimiento me fue a visitar para que nos pusiéramos de acuerdo con respecto a la ubicación y uso que se le daría a esos nuevos equipos. Tras hacer un plan de trabajo con la promesa de una futura junta con otros miembros involucrados, el hombre decidió marcharse y dejarme en mi oficna para que siguiera con mi lista de pendientes. Estaba como si nada, buscando la solución a la encomienda recién adquirida cuando me llama la secretaria y me avisa que en personal solicitaban mi presencia.
- Ja,ja,ja... seguramente me hablan para decirme cuándo recojo mi liquidación.- Fue mi comentario hacia la secre que con ojos de "no hagas ese tipo de bromas" me fulminó casi al instante.
Y efectivamente. De eso se trataba.
Una vez llegando al departamento de personal, me recibió su titular y mandó llamar al mismo sujeto con el que había acordado la junta futura algunos minutos antes. Su semblante era molesto y desilusionado. Los tres nos metimos a un salón privado y ahí se me expuso la situación: debido a un recorte presupuestal, a la baja en la matrícula de asociados, y a "ciertas decisiones difíciles que a veces se toman sin reflexionar", me tocó ser la punta de lanza en una nueva serie de despidos. La forma en la cual la empresa se desentendía de mí era por medio de la firma de mi renuncia y, mediante unas cuentas muy leoninas, del acuerdo por escrito donde yo aceptaba una cantidad de dinero ínfima (ni siquiera la tercera parte de lo que me corresponde de ley) y un "ni la hagas de a pedo porque un juicio laboral es muy desgastante para tí, ya que tenemos la infraestructura legal para poderte hacer cagada", de cualquier forma me estaban haciendo un favor. En todo momento me mantuve sonriente. De alguna manera, el hecho de saberme libre de quitarme el yugo de las dos hijas de la chingada que son mi jefa y mi subjefa, el saber que se me abrían las puertas para obtener nuevas oportunidades de salir adelante y que dejaba de lado mi condición de esclavo de estos cabrones mezquinos comerciantes de mierda, me dejó muy alegre. Si han visto la película de Zohan, entenderán que me estaba pasando en este trabajo lo que le pasaba a los paisanos en la tienda de electrónica. Así que fui escoltado por el encargado de los asuntos internos de administración y mantenimiento hasta mi aún oficina, en un acto que fue muy decoroso(ya que a veces se avientan la puntada de mandarte con un policía a recoger tus cosas y en ocasiones ni eso, cuando despidieron a mi esposa, ya no la dejaron ni acercarse a su oficina y sus cosas personales ya no fueron recuperadas), sólo recogí mi taza del café, mi eterna mochila mugrosa donde guardo mis aspirinas, un desodorante, un gel y muchas pendejadas de papel, le dí las últimas indicaciones a mi asistente, la cual estaba sorprendida, y... ¡claro!... Me pasé a despedir de mi entrañable jefa, dándole las gracias ante su sorpresa y distanciamiento emocional mal encubierto. El encargado de los asuntos internos de administración y mantenimiento le dijo que yo le había dado un claro ejemplo de profesionalismo al dejar un estatus sin malicia de cómo se quedaba mi área, comentario que mi jefa obvió olímpicamente y sólo se enfocó a decirme una y otra vez, "te lo dije, son tiempos de crisis y tu área estaba en la tablita..." más otras justificaciones que no venían ni al caso. Yo me despedí con alegría de ella y le agradecí el haberme enseñado tanto, de alguna manera su comportamiento taimado para conmigo, y con algunas otras personas, me enseñó mucho acerca de lo mierda que puede a llegar a ser una persona que de plano crece con los valores más ambiguos y estúpidos que existen en el planeta. Créanme que con esta experiencia que tuve en el "pequeño Edén" me bastó para comprender todo el desmadre que hay en el medio oriente. Bueno... me estoy desviando del tema... el hecho es que salí de ahí con mis cosas en la mano y la frente en alto. El encargado de los asuntos internos de administración y mantenimiento me dijo a manera de comentario: "Creo que tu jefa no tenía ni la más remota idea de tus funciones verdaderas en este lugar. Dejas tras de tí una larga lista de asuntos pendientes que dudo se puedan resolver tan fácilmente." Yo sólo sonreí y le contesté que mi jefa sabría cómo salir adelante, que por algo estaba en ese puesto y había durado tantos años ahí. No hubo necesidad de ahondar más en el tema. Caminamos hasta el estacionamiento, platicamos un poco acerca del modelo de auto que tengo, que a pesar de ser un económico austero, es un modelo rendidor, al cual, como a mí, ya le dieron aire del mercado. LLegamos a la caseta de salida y ahí le dí lo último que me vinculaba a la empresa: mi tarjetón de estacionamiento y mi tarjeta de empleado. Nos despedimos con un apretón de manos, se mencionó la posibilidad de prestar mis servicios como asesor externo, en caso de necesitarlo, y se puntualizó que el encargado de los asuntos internos de administración y mantenimiento no estaba de acuerdo con mi despido. Yo me fuí hacia periférico, que en ses momento significaba mi salida a la libertad.
Pero no es esa la crisis que me está pegando... no señor.
De esa mejor les escribo luego...
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